Carta de marzo
Hoy
escribo
desde la ausencia y la distancia
y los paisajes de la lejana edad
de los juegos infantiles, cuando entonces
eran los sueños cantos rodados
en los lechos de los ríos
y volaban los cielos las aves de los deseos,
se cimbreaban en las ramas de los avellanos
y en las paredes rocosas escalaban la luz
de las cumbres del aire.
Conoces los espacios envueltos en sombras de los bosques,
las orillas de los arroyos y los salguerales,
los negrillos,
el frío en las manos y los ojos y el aliento
de los inviernos y el blanco de la nieve
cuando la montaña deja oír su silencio.
Ahora tienden al sol sus panales las abejas,
los prados multiplican sus flores;
rumorean las aguas,
los días crecen,
huelen las muchachas
a rondas de primavera.
González Alonso
Cómo tira de ti la nostalgia. Te queda mucho de ese oro de cuando se escondería el sol contigo a iluminar tus juegos. De ahí nace tu poesía, limpia y creíble.
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Así es, amigo Rubén, la nostalgia se agranda con el paso de los años para buscar juegos escondidos a la caída del sol. Muchas gracias por tu estimación.
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Je, je: veo que involuntariamente he creado una acepción a medio camino entre «desperezarse» y «desesperarse». ¿Será mi deseo desesperado de sentir ya las primeras caricias de la primavera y olvidar el frío? Un abrazo, Julio.
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No voy a corregir esa expresión que el subconsciente te ha regalado y nos ha regalado a todos; me quedo con este «desesperezarse» que anuncia la primavera. Salud.
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Preciosa carta, Julio, a ese mes de marzo que comienza a desesperezarse y que tan unido parece a tus recuerdos infantiles…
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Amiga Carmen, me parece que mi vida está cosida a los recuerdos infantiles, aunque a veces me temo que deformados e, incluso, hermoseados. Pero no lucho contra ello. A fin de cuentas, son la verdad de hoy. Un abrazo.
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El poema entero es un bello canto a la vida y a la Naturaleza. Copiando a Campoamor, sólo puedo expresar:¡Quién supiera escribir!
Un abrazo.
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Muchas gracias, Carmen. Compartes con Campoamor el don de la humildad, y eso os hace grandes. Con un abrazo.
Salud.
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…y que marzo siga vistiendo de luz y de promesas, tu corazón niño.
Abrazo, siempre.
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Un abrazo agradecido, Soco, y las gracias por recibir esta carta de marzo en el buzón de tu alma.
Salud.
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En esta «Carta de marzo» se degustan los versos con la misma dulzura, amor y delicadeza que quien pone su palabra en el corazón de la infancia. Todo el poema es hermoso, pero los versos de la primera estrofa son, además, entrañables.
Un gran abrazo, Julio.
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Amiga Isabel, y es que no sé salir de mi infancia que es, a la postre, mi verdadera patria en la que se resuelven las batallas, conquistas, derrotas, sueños e ilusiones de hoy. Con un abrazo.
Salud.
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Mirar la vida con los ojos de nuestra infancia la convierte en anhelo de pureza y verdad. También yo suscribo tus palabras sobre mi infancia, «mi verdadera patria». Gracias, Julio. ¡Salud!
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Gracias a ti, Isabel. Seguimos en la cuenta de escribir, leer, dar testimonio. Vivir.
¡Salud!
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Qué bellos versos, Julio, recordando el pasado a través de un marzo diferente pero lleno de todas tus vivencias. Precioso este poema que he disfrutado por estar contemplando marzo desde mi ventana con tus versos. Un fuerte abrazo y mi cariño lleno de admiración hacia tu poesía siempre.
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Un placer disfrutar tu visita, Julie. Marzo sigue en tu ventana y te acompaño con un abrazo.
Salud.
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Conoces muy bien el significado de los tiempos. Dicen que todo pasado es mejor que el presente.
No lo creo, Vivir apasionadamente cada estación hace reconciliarnos con la vida sin tiempo.
Tu pluma navega incansable y frutecida por los años. Un abrazo querido Julio, feliz marzo.
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Gracias, Cecilia. Cada estación, como dices, nos reconcilia con la vida y la viste de colores distintos. ¡Feliz marzo!
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Marzo, pariente pobre de la primavera, donde los pájaros todavía cantan suave y las flores sólo ven su esplendor en los libros. Marzo, mes puente, esperanza de hermano que acoge a uno y deja partir al que ha alimentado a todos. Marzo. Saludos.
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Magnífica semblanza de marzo, Nelmorán. Agradecido.
Salud.
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