Puedes decir: es cierto, comiste del racimo de la vida, con mansedumbre atado al yugo del amor, viviste; y los días te ungieron con sana complacencia de regaladas horas.
Puedes decir: es cierto, levantada la vista sin temor escrutaste del sedicioso mar todos los horizontes y entretuviste en el tacto las suaves anatomías de los desiertos arenosos y sus dunas, las que naciendo de olas que el navarca surcó en bastimento de años, libres de las sevicias de las crueles tormentas, meciendo están sus siluetas entre dos azules.
Puedes decir: es cierto, la existencia se apura en el tiempo líquido de las clepsidras; las últimas uvas llegan dulcísimas a tu boca, el aire mueve las aspas y en los cedazos la harina promete el pan amasado de mañana, la memoria en la mezcla homogénea de la espiral de los deseos.
Si del correr de la vida nos damos apenas cuenta, ni advertimos su paso como una herida que sin que el cuerpo la sienta recibimos,
aún somos menos conscientes de lo que la vida llena de sentido, y amigos, amor, parientes, damos sin más a la pena del olvido.
Y haciendo de tal manera nada nos será en provecho, de tal suerte que cuanto está a nuestra vera arrojamos en el lecho de la muerte.
Perseguir aplauso y gloria es empresa fatigosa para el alma y en las vueltas de esa noria no encuentras paz provechosa ni la calma.
Y a la postre, ya en la cuenta de todo el tiempo perdido sin remedio, verás que toda tu renta será un corazón partido por su medio.
Huye de la gloria inútil que enreda tu sentimiento de tal modo que todo lo vuelve fútil sin hallar lugar, ni asiento, ni acomodo.
Y en la soledad escucha tu alma hablar con mesura lo que sientes, y abandonado a esta lucha será tu voz cual frescura de las fuentes.
Verás que no cabe gozo mayor, ni mayor sorpresa si riendo hallas el sano alborozo del vino y pan en la mesa compartiendo.
Que al fin lo que más importa de ser feliz no es la fama ni la gloria, sino en esta vida corta amar con quien bien te ama es la historia.
Julio González Alonso
Las coplas de pie quebrado eran conocidas en los siglos XIII y XIV y las usó el Arzipreste de Hita. Presentan varias formas, pero la que se hizo más famosa fue la llamada manriqueña o sextilla manriqueña a partir de las Coplas a la muerte de mi padre, de Jorge Manrique, siendo muy popular esta forma durante el siglo XV. Posteriormente, con diferentes variantes, emplearán este tipo de composición autores como Zorrilla y Espronceda en el Romanticismo, Rubén Darío en el Modernismo o Rafael Alberti en la Generación del 27. Incluso tengo entendido que el cantante y poeta Joaquín Sabina compuso alguna canción con estas estrofas.
Las coplas que traigo aquí son manriqueñas, de rima consonante que siguen la estructura: 8a-8b-4c-8a-8b-4c Ni que decir tiene que os animo a intentar trabajarlas. Se prestan bien para contar historias de carácter moralizante o para temas amorosos o los de carácter reflexivo; su ritmo ágil facilita mucho la lectura y presentan una suave musicalidad.
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