El burlador de Sevilla.- Tirso de Molina.- Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, 2018

El burlador de Sevilla
Tirso de Molina

Compañía Nacional de Teatro Clásico
Directora: Helena Pimenta
Versión: Borja Ortiz de Gondra
Dirección del montaje: Josep María Mestres

Reparto encabezado por Elvira Cuadrupani en Isabela, Raúl Prieto en Don Juan, Ricardo Reguera como Rey de Nápoles y Fabio, Pedro Miguel Martínez es Don Pedro y Rey de Castilla, Samuel Viyuela en Ripio y Anfriso, Egoitz Sánchez  interpretando al Duque Octavio, Mamen Camacho en Tisbea y Pepe Viyuela haciendo de Catalinón y seguido en los demás personajes por Paco Lahoz, Irene Serrano, Juan Calot, Ángel Pardo, José Juan Rodríguez, Lara Grube y José Ramón Iglesias.

Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro 2018
13 de julio de 2018

Hablamos de teatro clásico. Nos separan de “El burlador de Sevilla” cerca de 400 años, de aquella sociedad, sus costumbres, formas de gobierno y visión del mundo. ¡Y está, sin embargo, tan cerca de nosotros este burlador!

El personaje de Tirso de Molina, pseudónimo del fraile mercedario Gabriel José López Téllez (Madrid, 1579), se mueve impelido por un hedonismo absoluto; la búsqueda del placer lo justifica todo y no existe norma que se oponga a ello que no se rompa. A don Juan no le importan sus víctimas, con las que no empatiza, sino solamente alcanzar el éxito, satisfacer su ego, disfrutar la felicidad de sentirse dominador y poderoso a costa de lo que sea, el engaño, la amenaza, el chantaje, la extorsión o la violencia que se deslizará por el terreno escabroso del asesinato. Seduce y miente, mata y engaña sin reparos, sin límites. La rebeldía de don Juan, desde su íntimo y profundo desasosiego vital, nos intranquiliza e inquieta. En cierto modo, el personaje creado por Tirso de Molina puede significar un precedente de los postulados del Marqués de Sade del siglo XVIII y la Revolución francesa.

Como sabemos, el dramaturgo madrileño entregará a su personaje al castigo del infierno, arrastrado por una de sus víctimas, el padre de Ana de Ulloa, que lo invitará a una cena con él en el cementerio donde está sepultado. El castigo del infierno, más allá de su vocación ejemplarizante, podemos entenderlo como una sentencia de muerte impuesta por la justicia divina a la que don Juan se enfrentará de manera inaudita para demostrar que nada le causa temor y dispuesto a desafiar y superar cielos e infiernos.

Dos aspectos más a tener en consideración, como son la catadura moral de los demás personajes y la actitud de las mujeres víctimas de don Juan.

Del primer aspecto observamos cómo se constata que los personajes que rodean a don Juan Tenorio cojean de la misma pata que el burlador, y el abuso de poder de los nobles, la corrupción, la prevaricación, la ambición, la violencia, la muerte y el asesinato, las conspiraciones, están a la orden del día y justificadas por razones espurias. La única diferencia con don Juan es que a éste no le hace falta buscar justificación alguna y reúne todos y cada uno de los crímenes en su persona.

¿Y las mujeres? Digamos que, en principio, no se salvan de la quema. Son seducidas a medias, más por el interés de alcanzar un estatus o posición social envidiable en brazos de un atractivo mozo que por el amor generoso y desinteresadamente entregado. Ponen precio a sus servicios más carnales y son estafadas. Pero también se aprecia en ellas una actitud beligerante en su actividad, pues saben lo que quieren, deciden y se enfrentan a su agresor denunciándolo públicamente y ante la autoridad del rey al que pedirán la reparación de la justicia.

Aparte de la novedosa y avanzada visión para la época de la mujer reivindicativa y activa, cabe la pena subrayar la profundidad psicológica que Tirso de Molina realiza en el tratamiento de todos y cada uno de sus personajes, fundamentando sus conductas y decisiones en las motivaciones personales y los sentimientos.

Tirso de Molina nos deja en “El burlador de Sevilla” un buen puñado de costumbres y conductas machistas, convicciones y prejuicios que no nos cuesta mucho reconocer y de los que aún no nos hemos desprendido hoy día a pesar de los innegables cambios habidos, pero que resurgen en episodios lamentables en forma de abusos y violaciones, en solitario o en grupo, en el maltrato y los asesinatos de mujeres casi a diario.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico, impecable, nos traslada con su excelente trabajo lo que Josep María Mestres subraya en el programa de mano de la función, que “El burlador de Sevilla” sigue interesándonos por todo lo antedicho “y porque hay tanta poesía, tanta belleza, tanta magia, tanto sentido del humor, tanta teatralidad en el cuento de Tirso que no nos cansamos de escucharlo. Quizás sí siga siendo un mito…” Y cómo no, podemos asegurar que junto a otros muchos personajes como don Quijote de la Mancha, Sancho Panza, Hamlet, Ulises, Scherezade, Robinsón Crusoe, Romeo y Julieta, Emma Bobary, Peter Pan, Dorian Grey, Lázaro de Tormes, Godot, La Celestina, Lady Macbeth, Ana Karenina y etc. etc., don Juan Tenorio es también un mito universal. Sin dudarlo.

González Alonso

 

Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, 2017

Almagro, Festival Internacional de Teatro Clásico 2017

El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro está de cumpleaños; nada menos que puede brindar por la cuadragésima convocatoria; cuarenta celebraciones que hacen toda una historia en favor del teatro y que ha supuesto la dinamización de la vida cultural, artística y económica de la ciudad en torno a los espacios del Corral de Comedias, el Teatro Municipal, el Teatro Hospital de San Juan, la Antigua Universidad Renacentista, el Espacio Miguel Narros o el Claustro Museo del Teatro. ¡Felicidades!

Molière: Los enredos de Scapín (Versión en hebreo de Nathan Alterman)
Lope de Vega: El perro del hortelano
Entremeses: La sarna de los banquetes.-Vélez de Guevara; El entremés nuevo del cochino de San Antón (Anónimo)

Los enredos de Scapin, de Molière en versión de Nathan Alterman y dirigida por Udi Ben-Moshe. La puesta en escena correspondió a The Jerusalem Khan Theatre.

La compañía israelita The Jerusalem Khan Theatre abrió las puertas de la creatividad en el Espacio Miguel Narros con una versión en hebreo de la obra de Molière a la que pudimos acceder salvando la dificultad del idioma para disfrutar de cada matiz de esta comedia con el clásico final feliz.

Los enredos amorosos de cuatro jóvenes y los inevitables y previsibles problemas y rompederos de cabeza de sus respectivos padres, que deseaban otra cosa bien distinta para cada uno de sus respectivos hijos, acaban resolviéndose gracias a los buenos oficios de una especie de “celestina” llamado Scapín que consigue, no sólo que los jóvenes se salgan con la suya, sino que sus propios padres lo paguen de sus dineros con mucho dolor de sus almas. De paso, Scapin se tomará algunas pequeñas venganzas personales con su amo –uno de los padres del enredo- de las que también saldrá escarmentado.

Enredo, situaciones cómicas, risas y sano divertimento del que puede sacarse alguna lectura práctica, como lo inútil que resulta oponerse a las decisiones del amor, así como aprender de la eterna discrepancia de pareceres entre generaciones.

Del resultado final no será el único responsable su autor, Molière, sino la excepcional labor de interpretación y puesta en escena del elenco israelita siguiendo la adaptación del poeta hebreo Nathan Alterman. La excepcionalidad cómica de los actores y actrices, su expresividad y el acertado manejo del ritmo y el espacio escénico, nos hicieron olvidar que escuchábamos los diálogos en una lengua desconocida para –supongo- la inmensa mayoría de los espectadores y disfrutar plenamente de una buena noche de teatro en el Espacio Miguel Narros de Almagro.

El perro del hortelano, de Lope de Vega y puesta en escena por la Compañía Nacional de Teatro en la versión de Álvaro Tato y dirigida por Helena Pimenta.

La Compañía Nacional de Teatro siempre es garantía, en todos los sentidos, de buen teatro. A Lope de Vega no se le puede poner pega. Y Helena Pimenta en la dirección es una apuesta segura. El reparto, impecable.

Y con todo, es difícil sustraerse al trabajo que para el cine realizó Pilar Miró de esta comedia. En la comparación tal vez el que sale peor parado es el papel de Teodoro y el que mejor resultó fue el de Marcela. Nada que objetar, se entiende, a la muy buena interpretación de todo el conjunto.

La comedia que discurre por tierras de Nápoles está bien armada en su escenografía y el bien estudiado espacio escénico con una gestión de la acción y el manejo de los tiempos que hacen muy atractiva la representación sólidamente apoyada por la realización musical y la iluminación. Otra característica corresponde al vestuario, adelantando la comedia del Renacimiento al Barroco.

La historia de Lope de Vega cuenta cómo una hermosa y joven condesa se enamora de su humilde secretario. En el camino de este amor se interpone la diferencia de clase, el honor, la ilusión, las dudas y los celos. La condesa quiere y no quiere el amor de su secretario, facilita e impide el amor de éste con Marcela, una criada de la casa, dispone, hace y deshace sin acabar de decidirse, hasta que el amigo del enamorado y contrariado Teodoro, el secretario, discurre una estratagema para buscarle un padre noble y rico a Teodoro. La argucia complace a todas las partes, incluido el supuesto padre que había perdido a su hijo y cree y quiere encontrarlo en la figura del secretario de la condesa.

Superadas las formas, ya no importa que sea real o no la ascendencia de Teodoro y el amor se abre hueco entre las estrechas exigencias de la sociedad y sus convencionalismos. Todos saben que es una farsa. Pero la sociedad misma está montada como una farsa. Lo único verdadero es el amor, el de de Teodoro y Diana, y el amor paterno del marqués que vuelve a sentir la presencia del hijo que le faltaba. Con esto basta para este perro del hortelano que, por fin, come él y deja comer al amo.

El entremés nuevo del cochino de San Antón (Anónimo)
La sarna de los banquetes.- Vélez de Guevara

Con el anuncio de los Microrrelatos, la compañía TCA (Teatro Clásico de Almagro) inaugura un nuevo espacio, un pequeño patio semiderruido y en venta, dos portales más allá del espectacular Corral de Comedias en la misma plaza de Almagro; es la otra cara del Festival Internacional de Teatro Clásico, la que abre sus puertas y su buen hacer con los diferentes y divertidos entremeses a los que el público responde agradecido llenando cada representación, que no va más allá de la media hora de duración.

La compañía es muy conocida y experta en este tipo de puestas en escena, desarrollando una amplia e intensa actividad teatral y educativa a lo largo del año. Además de haber disfrutado sus interpretaciones en años anteriores, también hemos podido ver y aplaudir a este elenco en el Museo Guggenheim de Bilbao con El vizcaíno fingido y El retablo de las maravillas de Miguel de Cervantes, el pasado 19 de diciembre de 2016.

En esta ocasión nos hicieron reír y disfrutar con el conocido entremés nuevo del cochino de San Antón, de autoría desconocida, y los líos y ocurrentes trucos para ocultar ante su marido las infidelidades de una mujer casada con el sacristán de turno, así como el escarmiento de ambos cuando el marido descubre el engaño y confirma sus sospechas de traición y condición de cornudo.

El segundo entremés corresponde a Vélez de Guevara, titulado “La sarna de los banquetes”. El argumento se centra en el modo de vida picaresco de un soldado que se hace invitar cada día a la mesa de un hidalgo rico y cómo los criados de la casa hacen ver al dueño que está siendo objeto de engaño y desangrado por el autoinvitado que, con cualquier pretexto en cada visita, se quedará a comer en la casa. Serán los mismos criados quienes, de acuerdo con el amo, le procuren el escarmiento suficiente para alejarlo definitivamente de la casa.

Tarde apacible, alegre y distendida en este pequeño patio de comedias, rústico, elemental, incluso precario, pero lleno de riqueza humana y artística gracias al empeño de esta compañía, contrapunto y entremés del Festival de Teatro Clásico de Almagro.

González Alonso

Cervantina, de Ron Lalá coproducido con la Compañía Nacional de Teatro Clásico

Cervantina
Ron Lalá en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico

Teatro Serantes de Santurce / Santurtzi
29 de marzo de 2017

La ironía y la risa, hijas naturales del humor y hermanastras de la locura, fueron arma y bandera de Miguel de Cervantes en sus obras, particularmente en el Quijote, y herramienta al servicio de la “defensa de la libertad” que Ron Lalá convierte en virus cervantina con “ataques de risa inteligente, lucidez lúdica e ironía aguda” como síntomas más destacados, según sus propias declaraciones.

Cervantina tiene muchos aciertos; se trata de un ambicioso montaje armado sobre un soporte musical de canciones que enlazan y comentan la obra. Su ritmo resulta vibrante en un trabajo agotador para los actores y exigentemente grato para los espectadores. La recopilación de textos cervantinos y el repaso de la vida del autor de las Novelas Ejemplares son exhaustivos y oportunos; las adaptaciones al lenguaje de hoy están hechas con naturalidad, el trabajo creativo de los textos volcados por el grupo es excelente. Todo es de aplaudir. Pero me gustaría comentar que, mientras seguía el discurso de la obra teatral, pensaba que estaba escuchando y entendiendo a Cervantes tal y como lo escuchaban y entendían sus coetáneos, sólo que cuatrocientos años después. Me refiero a la inmediatez de lo que se decía, a su ubicación en la vida cotidiana; es decir, que los Ron Lalá han sabido leer a Cervantes para decirnos lo que hoy nos pasa y vivimos, o sufrimos.

No es la primera vez que Ron Lalá se ocupa del mundo cervantino. Hace unos tres años ya nos asombraron con el montaje “En un lugar del Quijote”. Si entonces como ahora digo que no se les puede poner ninguna pega, no exagero. Bueno, si hay que ponerles un pero, diré que se puede hacer bien, pero mejor, imposible.

Sigue leyendo

El triángulo azul

El triángulo azul
Centro Dramático Nacional y Micomicón Teatro
Texto: Laila Ripoll y Mariano Llorente
Dirección: Laila Ripoll

Actores: Manuel Agredano, Elisabet Altube, Marcos León, Mariano Llorente, Antonio Sarrió, José Luís Patiño, Raúl Pulido

Teatro Barakaldo, 31 de octubre de 2015

Lo importante, lo trágico de asomarse a obras con temas como la de El triángulo azul, es constatar lo devastador de las guerras y la ciega crueldad de quienes las empujan, jalean y se enriquecen con la miseria a la que arrojan a millones de personas desposeídas de la dignidad humana y entregadas sus vidas a la arbitrariedad de la violencia y sus verdugos. No aprendemos.

Desde las primeras escenas de El triángulo azul, no pude dejar de pensar –entre todas las tristes noticias diarias- en la suerte de España y el designio de los españoles; sobre todo hoy día, cuando los nacionalismos llamados periféricos vapulean la Historia, se cargan de victimismo, manipulan los sentimientos de los ciudadanos, mienten mientras roban y saquean las arcas públicas y, paradójicamente, arrastran a las masas hacia un odio cada vez mayor a lo español y España. Unos, levantan banderas contra la nación española y piden votos, desafían las leyes y forjan golpes de Estado contra la democracia. Otros, en nombre de la convivencia, exigen silencio y se niegan a cerrar las heridas de la represión y los asesinatos del franquismo, encarcelan a los jueces que pretenden abrir las fosas comunes para recuperar la memoria y la dignidad de los españoles a los que se les arrebató de manera tan cobarde como miserable. Todos parecen ignorar a todos y nadie, con sentido común, quiere mirarse en el espejo de la Historia, deformando las imágenes de manera grotesca y destilando un odio irredento.

Cuando era niño quise vivir una vida sin guerras; de joven, deseé y luché por asegurarnos una vida en democracia; luego anhelaba el final de la violencia terrorista, sobre todo de la más virulenta y cruel alimentada por los nacionalismos y sus fanáticos. Pero queda mucho más, y sueño con algo más elemental como es saber que todo ello se ha de producir en el marco solidario de una España liberada de fantasmas. Eso queda, y no es poco.

Todo cuanto antecede lo pensaba y sufría mientras iba leyendo en las escenas de El triángulo azul el final trágico de esos siete mil españoles enviados desde los campos de concentración franceses al campo de exterminio de Mauthausen. Expulsados de España por la guerra civil del 36, trasladados por los alemanes a Polonia en la II Guerra Mundial del 39, rechazados por Franco y su gobierno para que hicieran con ellos lo que quisieran, apátridas, olvidados por todos, exterminados por los nazis. Menos de dos mil de aquellos siete mil españoles, conseguirían sobrevivir.

Y en medio de tanta inhumana desgracia, no dejó de haber lugar para la dignidad pidiendo un minuto de silencio por el primer español muerto en Mauthausen; para no dejar de llamarse españoles. No bastó tanta desolación para olvidarse de ser solidarios, sonreír a veces, intentar dar a conocer al mundo la dimensión de los horrores del delirio nacional socialista alemán y su práctica de exterminio de españoles, polacos, húngaros, judíos, rusos, gitanos o alemanes que se desviaran del doctrinario nacional socialista, ese movimiento –seguido por el fascismo italiano de Mussolini- que llegó al poder sirviéndose de los derechos y libertades de la democracia y que, desde las instituciones, hicieron saltar los principios democráticos, vulneraron las leyes y los derechos humanos y arrastraron a las masas nacionalistas a la irracionalidad de la persecución de quienes no comulgaran con su fanatismo para empujarlas, más tarde,  a una guerra despiadada contra el mundo. ¿A qué me suena todo esto en la España de nuestros días? ¿Acaso los aprendices de brujo de hoy no se reconocen en los espejos de aquellos otros esperpentos envueltos en banderas patrias contra todas las banderas, arropados por masas enardecidas y clamorosas, alentando el odio contra enemigos inventados a los que hacer culpables de sus errores, latrocinio y fracasos?

Bien a la vista está lo mucho que nos remueven estos temas. Y está bien subirlos a los escenarios, si no queremos que los escenarios de jornadas tan tristes y terribles vuelvan a ponernos a todos a interpretar este drama. Volvamos la vista a Siria, Palestina, África toda, Oriente en toda su extensión, a día de hoy; mañana, tal vez cambien algunos nombres, no las tragedias. Volvamos la vista hacia España si no estamos dispuestos a volver a enviar a otros siete mil españoles a los campos de la muerte; de Cataluña, de Castilla, de Aragón, del País Vasco, de Andalucía, Extremadura, Asturias, León, Valencia, Galicia…

Los actores cumplieron con su papel. Tal vez puedan hacerse algunas críticas al cuerpo de la obra en su conjunto, la validez del texto en momentos determinados, la oportunidad de algunos números musicales o el tratamiento de algunos personajes y situaciones. Pero todo ello es secundario al lado de la importancia de una representación que se me antoja valiente y necesaria en ese grito desgarrador contra la barbarie, la de todos los tiempos, también –y sobre todo- la de hoy. Y contra el olvido.

González Alonso

Almagro, Festival Internacional de Teatro Clásico 2015

Almagro, Festival Internacional de Teatro Clásico 2015

Fuenteovejuna

1.-Fuenteovejuna, de Lope de Vega
Dirección de Ángel Luis Martín
Actores y actrices no profesionales, 150 vecinos de Fuente Obejuna (Córdoba)
Plaza Mayor de Almagro, 2 de julio de 2015

El inusitado ardor y la pasión puesta en la representación de la obra de Lope de Vega se percibe como el entusiasmo por algo propio, de todo el pueblo y sus gentes que, a una, se sublevan contra los abusos del poder en la figura del Comendador. Éste fue, y no otro, el recibimiento de Almagro en la apertura de su Festival Internacional de Teatro Clásico, en una decidida declaración de intenciones sobre el contenido del festival.

Plaza de AlmagroLa plaza de Almagro, a modo de corral de comedias gigantesco, acogió entre sus soportales y con el Ayuntamiento al fondo, la puesta en escena de Fuenteovejuna por las gentes de la misma villa cordobesa de Fuente Obejuna. Espectáculo primoroso en sus expresiones tradicionales como la danza de las cintas o las canciones populares, atrevido en el movimiento de masas de los actores, soldados, villanos, nobles y hasta un par de caballos formando parte de la representación, bello e intenso en el tratamiento dramático de muchas de sus escenas. Un estupendo resultado que el público que abarrotaba la plaza de Almagro supo agradecer.

El vestuario resaltó por la fidelidad de las reproducciones y se nota un buen estudio documental llevado a cabo por los responsables de la escenografía. Una sorpresa, no cabe duda, este grito de las gentes de Fuente Ovejuna que, todos a una, señalan que las injusticias se pagan todas, y más y con mayor rigor las que vienen de los poderosos.

En los tiempos que corren –que no parecen ser muy diferentes a los del siglo XVII de Lope de Vega- es fácil, viendo esta representación, pensar en movimientos populares como el 15M o en situaciones como las de Grecia de hoy día o la amenaza que se cierne sobre otros países del sur europeo entre los que nos encontramos. Inevitable. Por eso y mucho más, sigue siendo necesaria esta obra de Lope y es de agradecer la acogida y patrimonialización llevada a cabo por los descendientes de aquellos que fueron protagonistas de la acción de Fuenteovejuna.

Otelo

2.-Otelo (Othelo) de William Shakespeare
Adaptación y dirección de Gabriel Chamé (Argentina)
Teatro Municipal de Almagro, 3 de julio de 2015

No hay miedo, ni pudor, ni exageración por deshacerse en elogios sobre lo que es este Otelo argentino de Gabriel Chamé y el trabajo del reparto formado por Matias Bassi, Julieta Carrera, Hernán Franco y Martín López. Así como suena. Se puede afirmar tener la convicción de estar ante una de las realizaciones más inteligentes y creativas llevadas a cabo sobre el teatro clásico. Shakespeare y su Otelo sólo serán un ilustre pretexto para arrancar con la comicidad y la ironía todo el trasfondo trágico de los celos y el odio, seguidos del amor, el sentido de la lealtad, la envidia o el racismo. El resultado final es que nosotros mismos, como espectadores, y como asegura certeramente Gabriel Chamé, nos encontramos enfrentados a nuestra propia tragicomedia.

El derroche de recursos interpretativos y el meticuloso y cronométrico desarrollo de la acción te dejan –literalmente- con la boca abierta. Son cien minutos trepidantes en los que no cabe ni un segundo vacío, ni por cansancio ni por despiste ni por falta de previsión. El texto de Shakespeare se va recreando para ganar en intensidad y dramatismo poniendo de relieve –como creo haber oído en alguna ocasión- que no hay nada más serio que el humor, destapando la realidad de los sentimientos, la ambición y lo que damos en llamar la condición humana. Se intercalan con naturalidad expresiones y comentarios de los actores sobre el propio desarrollo de la obra, de lo que piensan sobre la exigencia del guión y la interpretación, quejas y críticas al autor, incluso con intentos de abandonar la escena. Y algo mágico y sorprendente: el paso de la situación más hilarante y divertida a la más trágica y conmovedora se produce en décimas de segundo. O viceversa. Incluso se da el desarrollo de ambas escenas de forma simultánea. De la risa generalizada en el patio de butacas al silencio más expectante y al revés, en pocos segundos.

Admirable, muy admirable, este estreno en España protagonizado en Almagro y su Festival Internacional de Teatro Clásico. Que nadie, en su sano juicio y teniendo ocasión de verla, se la pierda.


3.-Enrique VIII y la Cisma de Inglaterra, de Calderón de la Barca
Compañía Nacional de Teatro Clásico
Teatro Hospital de San Juan de Almagro, 4 de julio de 2015

En la versión de J.G. López Antuñano y la dirección de Ignacio García, nos llega esta obra de juventud de Calderón de la Barca. Decir obra de juventud no le quita mérito a la obra, pero tampoco se lo da. Abunda en aspectos personales y la forma de ser del rey inglés en sus relaciones amorosas en un contexto histórico poco desarrollado y en el que destaca en escena, aparte del desgobierno amoroso del monarca, las marcadas ambiciones del cardenal Volseo en su pretensión de verse nombrado Papa de Roma y de la hermosa Ana Bolena de llegar a ceñir la corona de Inglaterra. El tratamiento del personaje de Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, madre de la reina María I y primera esposa del rey, repudiada por éste para acceder a los favores de Ana Bolena, contrasta fuertemente con el del resto de los personajes en un comprensible y disculpable guiño patriótico.

Pero no se trata de exigirle a Calderón mayor rigor histórico ni a la Compañía Nacional de Teatro Clásico dirigida por Helena Pimienta que le enmiende la plana al autor barroco de La vida es sueño. No ha sido ese el trabajo ni la intención, sino el representar puntualmente, con maestría, capacidad interpretativa, buena puesta en escena, riqueza de vestuario y mucha valentía, este texto clásico raro de ver y generalmente apartado de los escenarios, del que han sabido subrayar y resaltar con acierto sus indudables valores literarios y dramáticos.

4.-Entre-meses, de Miguel de Cervantes
Teatro de La Abadía, dirección de José Luis Gómez
La cueva de Salamanca; El viejo celoso; El retablo de las maravillas
Corral de Comedias de Almagro, 5 de julio de 2015

La mayor habilidad de J.L. Gómez, fue conseguir reunir estos tres entremeses cervantinos en un sólo espectáculo, dotándole de la gracia rural y campesina con los cánonces italianos de la comedia dell’arte y sus dinámicos códigos de actuación, como explica el propio director. Un genial acierto.

La puesta en escena está imaginada alrededor de la poderosa encina en torno a la cual los habitantes del pueblo darán vida a los entremeses a modo de fiesta y divertimento. Así, se acercarán a la encina referida con sus sillas, taburetes y escabeles, tal y como se hacía todavía hace unos sesenta años en los pueblos de España por la noche con la llegada veraniega de los titiriteros; de semejante modo y acompañados de sus bailes e instrumentos, irán deshojando las escenas cervantinas en un alarde interpretativo muy elogiable.

Julio Cortázar, Miguel Cubero, Palmira Ferrer, Javier Lara, Luis Moreno, Inma Nieto, José Luis Torrijo, Elisabet Gelabert, Eduardo Aguirre y Diana Bernedo, serán los encargados de dar vida al pueblo y los entremeses.

Si la actualidad y frescura de estas estampas e historias cervantinas nos llegan a estos días de este siglo XXI merced al trabajo concienzudo e inteligente llevado a cabo por el Teatro de La Abadía, y es de agradecer, tampoco hay que ignorar el valor que tiene hacer que estos textos con más de cuatrocientos años se sirvan en la escena con el uso de recursos y efectos especiales de entonces, máquinas de truenos, de lluvia y tormentas, aldabonazos, viento, cerrojos y ventanas o puertas que se abren o cierran. Un alarde de fidelidad a los orígenes, tan eficaces, tan bien logrados, del teatro en una época en que lo digital, electrónico y los ordenadores, mesas de mezclas y otros dispositivos, lo pueden todo.

Miguel de Cervantes habría llorado de alegría aplaudiendo al comprobar cómo J.L. Gómez y el Teatro de La Abadía ponían su teatro en escena con el mejor resultado posible en el marco incomparable del Corral de Comedia de Almagro y en la noche veraniega del 5 de julio del año del Señor.

González Alonso

Almagro, Festival Internacional de Teatro Clásico 2014

 

Miguel de Cervantes: El coloquio de los perros
Lope de Vega: El caballero de Olmendo
Chema Cardeña:  La puta enamorada

 

1.- El coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes, en la versión y dirección de Ma Zhenghong y Alejandro González Puche puesta en escena por Laboratorio Escénico Univalle de Colombia.

Miguel de Cervantes siempre aspiró al reconocimiento y  el éxito en el teatro. Para ello trabajó con ahínco y pulcritud, pero el teatro del Siglo de Oro estaba reservado a la gloria del verso y la genialidad de Lope de Vega. La suerte literaria de Cervantes se libró en la prosa. Tampoco la poesía fue su destino, y con el Quijote alcanzó –definitivamente- un lugar en la cumbre de la Literatura Universal.

Esta obra de teatro no es tal, ya que se trata de una de las denominadas novelas ejemplares. Pero tras la versión llevada a cabo por Ma Zhenghong y Alejandro González Puche, ya no es una novela ejemplar, sino toda una gran obra de teatro. Cervantes estaría tan contento como sorprendido si pudiera ser testigo de ello.

El argumento trata de dos perros que, por una noche, consiguen hablar. Contándose sus andanzas y experiencias perrunas aprovechan, en la pluma cervantina, para repasar personajes y costumbres con un sentido crítico acerado y un sentido del humor ácido. La condición humana se muestra al desnudo descubriéndonos hipocresías, contradicciones y egoismos que nos colocan, como especie, por debajo de la condición que llamamos animal, como es el caso de los pastores que acusan al lobo de las ferocidades y ataques al rebaño que ellos, con astucia y engaños, llevan a cabo. Esta actitud es cosa que desconcierta al perro encargado de guardar las ovejas y que acabará recibiendo el castigo del amo que piensa en su descuido y falta de celo para defenderlas.

Con esa inclinación de Cervantes hacia el mundo de la locura, cuya exposición máxima será el Quijote, presente en otras obras como El Licenciado Vidriera, en este Coloquio de los perros hará transcurrir la acción en un manicomio. Será un loco que que, asombrado, advierta de las conversaciones nocturnas de los canes, y lo cuente. En la institución mental, junto al guardián, Cervantes situará a un escritor, un matemático y un científico, compartiendo el destino que la sociedad les adjudica junto a los perros. Tan peligrosos parecen.

Con un lenguaje que transita del de el Siglo de Oro al español actual, con las particularidades expresivas regionales, el Laboratorio Univalle de Colombia arma esta obra de teatro, aprovechando las críticas de Cervantes para traducirlas con acierto a los problemas actuales, de los que no escapan el racismo o el problema de la injusticia y la igualdad. Se plantan en escena poniendo, inicialmente, de manera muy formal, académica y acartonada a Cervantes; pero no les suena a Cervantes esa forma huera, vacía, de pura apariencia en la que los gestos y las palabras van cada uno por su lado, y se lanzan, entonces, a esta búsqueda de lo más profundo, actual y comprometido del espíritu cervantino, con el resultado de un excelente trabajo, ágil, dinámico, coherente, vivo y descarnadamente presente entre los males que afligen a nuestras sociedades.

Todo el reparto, en la labor de equipo de los siete actores que dan vida a los distintos personajes, brilla a gran altura en el ameno juego de escena.

Sigmund Freud conoció este texto, y sospecho que el resto de la obra cervantina, y –según leo en el programa de mano- lo consideró un modelo excepcional de la relación entre el terapeuta y el paciente. Y es que, Cervantes, bien sabía que había mucho que curar en el alma humana. Y en esas seguimos.

 

2.- El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, dirigida por Lluís Pasqual y puesta en escena por La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico y La Kompanya Lliure en una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Teatro Lliure.

Esta representación viene precedida por la acreditada firma de Lluís Pasqual como director de la versión de Lope, la participación de la actriz Rosa María Sardá en el papel de Fabia, la alcahueta, y el trabajo de los elencos de La Joven Compañía de Teatro Clásico y la Kompanya Lliure. Muchas circunstancias favorables como para que resultara fallido el proyecto.

No defrauda, en efecto, esta puesta en escena que renuncia a los trajes de la época y cualquier decorado. Un conjunto de sillas que ocuparán los actores, de las que se levantarán para montar las diferentes escenas y unas espadas para las ocasiones, son todo cuando cabe sobre el escenario, así como el coro que se hace u deshace para interpretar las canciones en forma de canon o acompañadas por la guitarra o la percusión de los cajones.

Si toda la representación transcurre de forma armoniosa, sin despistarse del argumento ni producir vacíos o pérdida de interés en lo que se muestra, hay que señalar cómo a una parte del público no le gustó demasiado este teatro clásico que esperaban ver rigurosamente de capa y espada y sin canciones y ritmos tan variados como las soleares, fandangos, coplas o tangos, evidentemente inexistentes en el siglo XVII español. Por mi parte debo decir que todo lo visto me pareció muy acertado, de exquisito gusto e inteligente. Es mucho más difícil hacer esta versión actualizada en texto y ambientación, que reproducir fielmente lo que tuvo que ser una representación de la época. Considero, además, que no se aparta un ápice del espíritu de Lope de Vega ni distorsiona el mensaje o merma el dramatismo de la obra. Y quiero pensar que de esta opinión fue la inmensa mayoría del público que aplaudió este caballero de Olmedo.

Lluís Pasqual se centra en esta versión suya en el aspecto más poético del teatro de Lope de Vega, asegurando haber escuchado esa voz lírica más elegante y más conmovedora al servicio del gran poema de amor roto, un amor que pasa de la luz a la oscuridad, de la felicidad de la plenitud al dolor de la ausencia. Y será esta actitud de Lluís Pasqual en su segunda aproximación a El caballero de Olmedo (la primera fue hace veinte años en francés) la que nos explique su deseo de atender a la reclamación del espectador de tener una mayor proximidad y cercanía al hecho teatral. La casi supresión del verso, el lenguaje vivo y actual sin perder la riqueza expresiva del Siglo de Oro y las demás circunstancias anteriormente reseñadas en los párrafos precedentes, lo consiguen.

Cada cual saque sus conclusiones; las mías son el sincero aplauso que me mereció lo visto y experimentado en esta noche teatral de Almagro.

 

3.- La puta enamorada, obra en tres jornadas y epílogo,  de Chema Cardeña, dirigida por Jesús Castejón en una coproducción de Euroscena y el Teatro Calderón de Valladolid.

Diego de Velázquez, el pintor de la luz, nos dejó entrever en sus cuadros y en su propia vida algo más que la vida de la Corte. Los temas de Velázquez tocan la mitología y alcanzan la vida cotidiana. Pero tuvo que realizar su trabajo bajo el dominio del poder y sus avatares, poniendo buen cuidado en no perder algo más que el privilegio de ser el pintor de Cámara, debido a sus ideas políticas personales.

De la difícil y tormentosa vida de la España del Siglo de Oro, de la gloria de un Arte único en la historia a la Inquisición y la paradoja de la lujuria y la penitencia caminando de la mano de la Cuaresma y el Carnaval, está hecha esta pieza teatral de Chema Cardeña.

Bien hilvanada, mejor cosida, resuelta de manera impecable, estupendamente desarrollada, La puta enamorada es, en palabras del propio Cardeña, un canto a la libertad de creación, al amor y a la lucha por la supervivencia que nos hará descubrir –agrega- lo poco que hemos cambiado en cinco siglos de nuestra historia.

El leitmotiv para el drama será el encargo a Velázquez por parte de Felipe IV del  retrato a una querida suya, una actriz con sobrenombre de la Calderona. El encuentro del pintor con la mujer y su criado en un discreto y apartado estudio, dará pie a cuestionar la libertad del pintor, los deseos de la amante del rey y la ambición del criado, enamorado de su dueña y por la que arriesgará su seguridad cuando pretende alejarla de la influencia del pintor. El amor entre el artista y la amante del rey va a determinar el tipo de cuadro que pintará, supuestamente la Venus del espejo, pero también el papel que ésta jugará en defensa del pintor sevillano ante las intrigas y persecución de la Corte. La puta enamorada ya no lo será del rey, sino de Velázquez y éste, enamorado de la puta del rey aparecerá, como ella, prostituido y utilizado por la Corte y la reina, a la que debe algo más que favores.

En medio del amor se alza la figura de una mujer valiente en un mundo de hombres, junto a la soledad del genio y servida por un marginado y su lucha para conseguir un puesto en la sociedad. Cardeña pinta este cuadro con soltura de pinceladas y color, dejando que la luz de Velázquez llene la atmósfera de lo etéreo y el aire se mueva y respire emoción y ternura. Des este modo descubrimos que las palabras que nombran y son dichas en tono alto son, a menudo, nombres cambiados; la puta puede ser el genio, reina la puta, traidor el noble y noble el pobre desgraciado.

Con algunas concesiones al verso en el texto y la fuerza interpretativa de la actriz Eva Marciel en el personaje de la Calderona, Javier Collado en Lucio y Federico Aguado en Velázquez, componen el reparto de esta puesta en escena, obra en tres jornadas y epílogo, espectáculo de ¡pasen y vean, señoras y señores…! para el disfrute del teatro de siempre y para siempre.

González Alonso

En un lugar del Quijote, de Ron Lalá coproducido por la Compañía Nacional de Teatro

Íñigo Echevarría.- En un lugar del Quijote. Compañía Ron Lalá

En un lugar del Quijote
Ron Lalá con el patrocinio de la Compañía Nacional de Teatro Clásico

Dirección: Yayo Cáceres

Teatro Barakaldo (Vizcaya) 11 de mayo de 2014

Muchas muchas cosas y todas admirables. La primera y más singular es la convicción, recogiendo la jocosa invitación cantada de final de obra, de que leer el Quijote es lo mejor que se puede hacer. Si para ello, además, te compras una buena edición del mismo en una librería (artículo ampliado: ideas para encontrar una buena edición del Quijote), es posible que lo conviertas en libro de cabecera y te acompañe toda la vida junto con otras lecturas.  Porque el grupo teatral Ron Lalá no solamente nos descubre y recrea el verdadero espíritu de la obra cervantina, sino que lo completa y complementa con aportaciones propias, en verso y prosa, cargadas de una profunda crítica a los males de las sociedades de nuestro tiempo, en un lenguaje directo, claro, preñado de profunda ironía que proviene –ese es el acierto genial- de la misma esencia y fondo del Quijote. Nada hay, pues, que suene a Cervantes por un lado y por el otro a la creación literaria de Ron Lalá, pues todo es uno y en todo nos reconocemos y aprendemos.

Juan Cañas, Daniel Rovalher e Íñigo EchevarríaEl Quijote, por lo expuesto, se resiste a alejarse de nosotros y nuestro tiempo; se nos apega al pesimismo de los vicios del poder, la corrupción, la mirada corta de políticos y poderosos financieros manejando el gobierno, atentos a su enriquecimiento personal antes que al bien de la república. Y esa es la auténtica y verdadera locura, no los desvaríos de un hidalgo vuelto caballero andante en su fantasía y un escudero venido a gobernador de ínsulas sin despegarse del olor a ajos y amor al vino.

Bastaría decir que este concienzudo trabajo del grupo teatral Ron Lalá debería recorrer todos los escenarios  de habla española por muchos años y, así mismo, formar parte del currículo escolar de los estudiantes, universitarios y no universitarios, no como actividad obligatoria e impuesta –que es el peor modo de arrojar sobre cualquier obra sospechas, recelos, reticencias y rechazos- sino como oportunidad, posibilidad y libre acceso. La voluntaria asistencia sería inmediatamente premiada por la felicidad, gozo y disfrute, del aprender y comprender sin reservas, riendo y participando de cuanto se muestra. Creo que, entre las muchas cosas que he dicho encontrar admirables en la representación de En un lugar del Quijote, puede señalarse también la de sentir la novela y vivirla tal y como debieron sentirla y vivirla los lectores del siglo XVII, con la risa espontánea en cada situación, las muchas sonrisas cómplices, la lágrima a flor de piel en ocasiones y la conciencia, finalmente, de que este mundo nuestro necesita un arreglo que sí está en nuestra mano.

Dejo aquí todos los elogios de mi repertorio para los actores que sobre las tablas actuaron de manera tan creativa y convincente, rayando la excelencia en numerosas ocasiones y siempre a un nivel envidiablemente alto. No menos elogios se merecen los demás componentes del equipo puesto al servicio de esta producción, tales como los responsables de la dirección literaria, la dirección musical o la dirección escénica, Álvaro Tato, Miguel Magdalena y Yayo Cáceres, los cuales también tomaron parte en el reparto junto a Juan Cañas en el papel de Cervantes y otros personajes, Íñigo Echevarría en el de don Quijote y Daniel Rovalher como Sancho Panza.

No dejaré de mencionar que la obligada selección de las aventuras del caballero de la triste figura permite, sin menoscabo, la comprensión global de la obra en la que, caballero andante y escudero van recreando la historia que el autor, Miguel de Cervantes, va escribiendo sobre el escenario, trayendo y llevando personajes con los que establece diálogos y discusiones muy sabrosas. Pero llega a resultar tan real el personaje de ficción que, en ocasiones, es él quien le dicta al autor el texto, acomodándolo a la propia idea de la historia, por lo que Cervantes pasa a ser un personaje en manos de don Quijote.

Poco o nada –por lo mucho que me gustaría decir y nunca demasiado- interesa ahora contar en esta pobre crónica de una jornada tan memorable. Pero no quiero ni puedo en modo alguno despachar este texto sin renovar mi aplauso agradecido y de corazón a estas gentes artistas y locas tan necesarias a este mundo y a la vida de la república y sus ciudadanos.
Sea.

González Alonso

La compañía Ron Lalá en la obra En un lugar del Quijote

Almagro, Festival Internacional de Teatro Clásico 2013

.


.

Almagro, Festival Internacional de Teatro Clásico 2013

Quevedo, Lope y Calderón

1.-QUEVEDO. Donde hay poca justicia es peligroso tener razón
PREM Teatro.- Dirección: Héctor del Saz

En el papel de Francisco de Quevedo, el actor Adolfo Pastor; y en los de Felipa y la novicia, Pilar Massa y Rebeca Sala. Dentro del equipo artístico y técnico, en la dirección, Héctor del Saz. Estos son algunos de los nombres propios responsables de esta puesta en escena. El escenario, el Corral de Comedias de la ciudad de Almagro.

La luna aparecía en el cuadrante superior izquierdo por encima del escenario al dar comienzo la representación de esta obra, un viaje al corazón de Quevedo –en palabras del director- y yo diría al de España, a través de los escritos epistolarios y poemas del autor del Siglo de Oro. La misma luna desaparecía por el cuadrante superior derecho del escenario en un cielo visible desde el patio de butacas, sillas de madera y asiento de caña, con el final de la obra. Y en medio, la sorprendente historia de un hombre atribulado por las persecuciones y rabiosamente libre que no dejó de pagar con creces haber resultado ser el molesto grano en el culo de mandatarios y poderosos de la época, afectados de las mismas ambiciones y falta de escrúpulos de las que se adornan los mandatarios y poderosos de hoy día. El paso último por la cárcel en los sótanos de San Marcos en León, con el río Bernesga por cabecera y todo el frío de los rigurosos inviernos leoneses en los muros y los huesos, resultó decisivo en la balanza de la quebrada salud de Quevedo, que moriría poco después en tierras manchegas de Villanueva de los Infantes.

La interpretación, el ritmo, la intencionalidad y la oportunidad de los textos rayaron a gran altura, conmovieron y removieron rescoldos de rebeldías que amenazan con ser fuegos. Fue, sin duda, una experiencia memorable la de la noche del 19 de julio en el Corral de Comedias de Almagro y es, sin duda, una oportunidad más para reflexionar y tomar nota de cuanto nos acontece desde la voz seria, irónica y mordaz, crítica, y de un inestimable valor literario, de Francisco de Quevedo Villegas.

..

.

2.-La noche toledana.- Lope de Vega

Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico
Dirección: Carlos Marchena

La Compañía Nacional de Teatro Clásico, dirigida por Helena Pimienta, trajo al espacio del teatro almagreño entre los muros de la Universidad Renacentista a la Joven Compañía Nacional. Nada puede resultar más gozoso y reconfortante que ver un numeroso y bien nutrido elenco de actrices y actores desenvolviéndose con tanta madurez, frescura y profesionalidad como hicieran los componentes de la Joven Compañía.

El texto de Lope, ágil y lleno de maestría, nos trae de zarandillo y sin descanso por los entresijos de una comedia amorosa que será un juego permanente a través del artificio y del ritmo frenético de los acontecimientos vividos por los personajes, en palabras del director del montaje, Carlos Marchena. La diversión, el entretenimiento y en bastantes ocasiones la sorpresa, están servidas revelando costumbres, inclinaciones y conductas de carácter sexual de una desinhibición admirable en el contexto de la moral de la época.

Sería injusto destacar el mérito de unas actuaciones sin mencionar otras, aunque sí es verdad que tuvieron ocasión de lucirse más quienes como Sole Solís, Natalia Huarte o Francisco Ortiz –entre otros- se metieron en papeles más protagonistas como la Posadera, Liserna o Florencio.

Nada que reprochar y sí mucho que aplaudir. El teatro español sigue vivo y jugará durante mucho tiempo en las primeras divisiones del teatro mundial. Sólo hace falta apostar por la cultura y el arte. Arte y Cultura, en mayúsculas.

.

3.-La Gran Zenobia o La hermosura desdichada.- Calderón de la Barca
Teatro Galo Real

La Veleta es un centro cultural de Almagro que acoge un pequeño teatro que se define como de experimentación, laboratorio y ensayo. La noche del 18 de julio, bajo el patrocinio del Teatro Galo Real que corrió a cargo del vestuario, escenografía e iluminación, Gustavo Galindo dirigió su adaptación de la bella obra de Calderón dando a su vez vida a uno de los personajes centrales del drama, el emperador romano Aureliano. El resultado fue muy pobre. Sobre el escenario deambularon los actores sin acertar a darles consistencia a sus personajes, como si se tratara de un grupo escolar de teatro aficionado con buena voluntad y un entusiasmo estéril. No hubo unidad dramática en ningún momento, pues cada actor actuaba por su cuenta con inoportunos recitados que contradecían en su sentido dramático el lenguaje corporal con que se expresaban. El montaje y la secuenciación de las escenas fue otro lío del que no supieron salir. Se puso mucho énfasis en lo circunstancial y anecdótico de la escenografía; pero los objetos, los símbolos, los ambientes recreados por la iluminación, no actúan, sólo sirven a la interpretación del actor, de la que se desentendieron. Cabe, no obstante, reseñar la notable excepción de la jovencísima actriz María García-Alix y la actuación más afortunada de Nadia Alonso. La primera, en el papel principal de la princesa Zenobia del reino de Palmira, fue la única que acertó con una dicción impecable y el tono exacto exigido en cada situación y en cada escena; sin sobreactuaciones ni salidas de tono y un lenguaje y expresión corporal adecuados, dio coherencia e hizo creíble su personaje, salvándonos del aburrimiento al que el resto de la compañía con su director al frente nos condenaron. Como actriz se le adivinan grandes recursos e intuición, plasticidad y gusto por la interpretación.

El muy hermoso texto de Calderón, con un tema tan interesante como oportuno para ser aprovechado y sacar partido de él, fue una ocasión desperdiciada sin remedio. El argumento nos traslada a las luchas por el poder en Roma y en Palmira y a las guerras entre el imperio y el reino, con asesinatos, conspiraciones y todo tipo de traiciones. Pero pone de relieve, sobre todo, el papel de la mujer en el concierto del poder político. Zenobia, que consigue victorias ante Roma como estratega, se queja cuando le niegan el derecho a asumir todo el poder del reino, como lo hiciera un hombre, diciendo que le reconocían su valía para traer victorias, pero le negaban el derecho y la capacidad para legislar, gobernar y ejercer el poder. Por medio, el amor, la puesta aprueba de la lealtad y los actos de valentía, completan la salsa de una pieza teatral, como hemos dicho, realmente bella.

Gomzález Alonso