Las horas de diciembre

 

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Se asienta en el fuego
la mirada,
en ascuas arde el sueño;
el silencio te acoge
como sombra alargada de la noche
y las horas decembrinas pasan
por entre los recuerdos.

¡Qué soledad te alcanza
y qué nostalgia
mientras el aire vuela afuera sus desvelos!

Es noche de lobos y de invierno,
de crepitar de brasas en el alma
y vino rojo en tu copa,
un anhelo
de horas blancas de diciembre, país invisible
del “érase que se era…
en buena hora sea, el mal
que se vaya,
y el bien que se venga”*.

González Alonso

*Fórmula usada en cuentos tradicionales de los siglos XVI y XVII, con diferentes variantes.

Las horas de noviembre

Las horas de noviembre

Qué ensueños, noviembre, tu nombre evoca
en horas septentrionales hacia el invierno
o en amarillo austral pujantes las retamas
floreciendo.

Tienes sabor de tierra, noviembre,
y de camposanto el tacto frío;
pero la vida infatigable llama
a la puerta de los días
y descubre en los ojos
la extensión jovial de los colores.

Oscurece
al norte,
al norte
el frío en los relojes;
al sur se abre la luz en primavera
y mi corazón va y viene
entre oraciones,
peregrino de un tiempo
que jamás se detiene,
el tiempo
que pasa,
pasa

y vuela

vuela

y no vuelve.

González Alonso

Las horas de octubre

 

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Todo está en hora; miras
por la ventana de los días
y llevas en la boca
el otoño en besos.

Octubre de la edad
y el tiempo en calma;
las almas emigran con las penas
a los colores húmedos del bosque,
la memoria antigua de la piel,
el aire del silencio
ya el amor como rosa desangrada
y sola como oración.

Se escucha
el murmullo de la raíz, la gota
en el vuelo, la bruma
densa
a las ramas abrazada.

En hora todo de octubre,
otoño en besos, días por la ventana,
tiempo en calma, el amor como rosa
desangrada, rumor de raíz,
densa la bruma a orillas del arroyo,
leve agua
en la gota, susurro
del faedo

y la calma.

González Alonso

Las horas de septiembre

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Las horas de septiembre;

los libros,
los cuadernos, lapiceros,
sacapuntas,
bolis, goma de borrar
el verano.

Horas de curso, estudio,
escuela,
todo nuevo,
amor, amigos,
compañeros,
juegos.

¡Cómo pasan los años
y los meses,
los días!

Pupitre, ventana,
sueño, la voz
del profesor, la
mariposa blanca
alejándose, lágrima
adolescente,
primer beso
y verso primero,
el alma.

¡Cómo pasan los años,

cómo

los sueños!

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González Alonso

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Las horas de julio

 

Las horas de julio

Calienta el sol las horas
de los días azules, la siesta
es sueño
y canto de cigarra,

las estrellas
aguardan.

Los péndulos del amor miden los pulsos
de los corazones
y los besos. Hay una flor
de pétalos blancos
en la mirada.

Se detiene
el tiempo
entre los brazos
y ríe
la mañana.

¡Cuánta vida,
cuánta!

González Alonso

Las horas de junio

 

 

Las horas de junio empujan
la sombra
del reloj de sol.

Y un joven desnudo
nos señala el tiempo;
nos trae en su mano
la antorcha encendida
en fuego
y  verano.

Verano
verano.
Treinta días, junio,
y la noche más corta
con el día más largo;

treinta días de horas
creciendo cosechas;
soles
soles
y menos primavera,
menos horas, junio,
en relojes de siestas

en las tardes

que mueren por los campos,

chopos

y  riberas.

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González Alonso

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Las horas de mayo

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Relojes de margaritas,
horas de genciana y cardos,
capilotes amarillos,
minutos entre amarantos,
narcisos de blanco puro
y los nardos perfumados.

Los colores de los días
saltan en los calendarios,
alegres en carillones
y en besos de enamorados
que dejan atrás las penas
de un invierno duro y largo.

Ay, vida, cuánta alegría,
cuánto amor, cuánto trabajo
nos traes al sol que florece
entre las flores de mayo.

González Alonso

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Las horas de abril

Las horas de abril

Las horas de abril

Tic-tac, tic-tac
tic –una flor
tras el cristal-
tac -viene la nube
y se va

y el tictac de abril entero
día y noche
día y noche
flores
aguas y soles
y versos.                 Abril en horas
de sueños,               tic y tac,
en tus labios de amapola
sonrisas enamoradas

y flores
en los floreros.

González Alonso