.
Se asienta en el fuego
la mirada,
en ascuas arde el sueño;
el silencio te acoge
como sombra alargada de la noche
y las horas decembrinas pasan
por entre los recuerdos.
¡Qué soledad te alcanza
y qué nostalgia
mientras el aire vuela afuera sus desvelos!
Es noche de lobos y de invierno,
de crepitar de brasas en el alma
y vino rojo en tu copa,
un anhelo
de horas blancas de diciembre, país invisible
del “érase que se era…
en buena hora sea, el mal
que se vaya,
y el bien que se venga”*.
González Alonso
*Fórmula usada en cuentos tradicionales de los siglos XVI y XVII, con diferentes variantes.
Comentarios recientes