El último corral.- La Sacrosanta y Pagana Garnacha

El último corral
La Sacrosanta y Pagana Garnacha
Director: J. Mañón
garnacha
Almagro, 11 de julio de 2021

Nos encontramos en el marco del festival internacional de teatro clásico de Almagro. De manera complementaria a la programación oficial, se abre paso esta propuesta de la Fundación Teatro Corral de Comedias con la compañía La Sacrosanta y Pagana Garnacha. Estamos ante una obra de carácter didáctico que nos informa e ilustra sobre aspectos de la vida cotidiana del Siglo de Oro, sobre todo centrados en la de actrices y actores, mientras hacen historia del origen y desarrollo del teatro español y los corrales de comedias, haciendo especial hincapié en el de Almagro, el único que queda en el mundo en su estado original y funcionando como teatro. Así, vamos haciéndonos una idea general del papel de las mujeres en el teatro, la reputación de la vida de actor, la clase de público que acudía a las representaciones, el desarrollo de las mismas, las autoridades en el teatro y ante el teatro, tanto políticas como eclesiásticas y otros aspectos de aquella vida del siglo XVII. Sigue leyendo

El TCA en el Guggenheim de Bilbao: Entremeses cervantinos

Entremeses de Miguel de Cervantes

TCA.- Teatro Clásico de Almagro
Gestión y dirección artística: Antonio León Fernández

Museo Guggenheim de Bilbao
19 de diciembre de 2016

Los conocidos entremeses, destinados a llenar agradablemente el hueco entre las grandes comidas, cumplían la misma función en las representaciones teatrales cuando el teatro llenaba toda la tarde, y aun el día, de la vida de la ciudad o villa donde hubiera corral de comedias.

Lope de Rueda ya los había cultivado y dado impulso con el nombre de “pasos”. Miguel de Cervantes se suma a este género considerado menor, pero muy aceptado por el público, porque estaban hechos para hacer reír y eran breves. Pero, además de su carácter de entretenimiento, los entremeses encierran en su interior una resuelta crítica de los aspectos más relevantes de la sociedad de la época que, con el pretexto de la broma, ponen ante el público don desenfado y desparpajo.

El grupo teatral que gestiona y dirige Antonio León Fernández desde Almagro, el TCA (Teatro Clásico de Almagro), nos ha traído a Bilbao y el museo Guggenheim dos de los ocho entremeses cervantinos en este final de año en el que el museo cumple sus primeros veinte años de andadura y en el que se cumplen los cuatrocientos de la muerte del genial autor del Quijote.

Antonio León y su elenco teatral, en el que se cuentan nombres de actores como los de Norton Palacio, Vicente Nové, Félix Espinosa, Daniel Moncada y actrices tales como Covadonga Calderón, Elena Alcaide o Luna Almansa, entre otras, llegadas las fechas veraniegas del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, cumplen esa función de las representaciones de los entremeses ofreciendo, entre unas y otras puestas en escena de las obras grandes en los distintos teatros de la ciudad –incluido el Corral de Comedias- sus puestas en escena en un “corralillo” emplazado en una de las callejuelas adyacentes a la Plaza Mayor.

En esta ocasión, sobre el escenario formado por un carromato al estilo de los usados en tiempos de Lope de Rueda –según explicó Antonio León- los actores, con desenvuelta maestría, nos dejaron dos joyas en forma de entremés: El vizcaíno fingido y El retablo de las maravillas.

En El vizcaíno fingido, muy al estilo de Lope de Rueda, los actores y actrices del reparto subrayaron con gran acierto las insinuaciones de los personajes en este episodio que  –sin intenciones satíricas- nos ofrece la historia de un par de villanos o pequeños truhanes decididos a estafar a una prostituta aprovechándose de la circunstancia de que ésta –dada su condición- no podría acudir a la justicia. La buena actuación de los cómicos, bien apoyada en el extraordinario texto cervantino, desarrolla acertadamente en el tratamiento dramático, tanto el fingimiento del vizcaíno como la psicología de las mujeres.

El retablo de las maravillas, segundo entremés puesto en escena, basado posiblemente en un texto de El Conde Lucanor (Don Juan Manuel, 1330) tiene un marcado carácter moral y didáctico. En este episodio se cuenta cómo unos cómicos muestran un tapiz mágico en el que el público puede contemplar escenas extraordinarias que no podrán ver los bastardos. En el caso de Cervantes, agregará la limpieza de sangre y el ser cristiano viejo a las condiciones para poder ser testigos del prodigioso retablo. En medio del enraizado prejuicio de considerarse, por encima de todo, cristiano viejo –aun a costa de declarar ver lo que no existe- Cervantes apuesta por la valentía del cristiano nuevo, que será el que desmonte toda la farsa. Bien conocida es la preocupación de Miguel de Cervantes en este aspecto que tanto le afectaba por su ascendencia judía y que tan bien reflejó –como pudo y mejor supo- en el Quijote.

La tarde de entremeses cervantinos en el Guggenheim concluyó de la manera más amable y agradecida que pueda imaginarse por el público que llenaba la sala, con el regalo para el que esto escribe y su compañera de recibir el saludo personal del cuadro escénico y de Antonio León personalmente, gesto que les agradezco sinceramente y ocasión que aprovechamos para trasladarles nuestra admiración junto con la firme decisión de seguir acudiendo a la cita teatral de Almagro en su festival veraniego, y de nuevo allí ofrecerles nuestro aplauso que vaya, ahora, con nuestro abrazo y el reconocimiento a una labor tan importante y necesaria para la vida e “instrumento de hacer gran bien a la república” –que diría Cervantes-, labor tan sacrificada como difícil en todos los tiempos que corrieron y que corren.

González Alonso