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Indignados
Otra vez el pulso de la vida; jóvenes
alzados a la voz y la palabra.
Bajan a la calle
y arrastran por las plazas la obscenidad
y la vergüenza, y se rebelan contra el César
y ponen nombre propio a la especulación
y el robo y el expolio
y elevan en las manos un mar airado de oleajes.
Si descubrieron su condición de esclavos,
si se ha levantado huracanado el aire
hasta los rascacielos de todos los poderes
y hechos océanos que tiemblan
la inteligencia anida en sus miradas
y se arracima su ánimo en acciones
liberadas del miedo,
¿quién detendrá su avance y su protesta?
¿quién cercenará la revolución en flor?
¿quién pretenderá detener el pensamiento,
quién acallar la verdad, confundir las palabras,
engañar la esperanza?
Son jóvenes, orfebres de la libertad
y son llaga y presente
que se reivindica y abre las ventanas a la luz
y desbrozan sombras y estrellas en la noche
otra vez
alzados a la voz y la palabra;
el pulso de la vida.
Julio G. Alonso
Hace algún tiempo, cuando el movimiento de los indignados se inició y tras presenciar algunas de sus asambleas en las calles y participar en sus manifestaciones, escribí este poemita. Hoy, con la desaparición de Stéphan Hessel y José Luis Sampedro, los jóvenes octogenarios y lúdicos que dieron origen al movimiento con su voz alta y clara y su pensamiento libre, y como homenaje a ellos y reconocimiento a la lucha del movimiento 15 M y la de tantas personas en el mundo, he querido publicar estos versos. Poca cosa para tan gran desafío; pero vaya con ellos la esperanza en la capacidad de la sociedad civil y civilizada frente a los poderes económicos y políticos y su ambición desproporcionada que causa tanto dolor y tanta injusticia. La papeleta es resolver si se conseguirá un mundo mejor, más igualitario y más libre. Suerte y salud.
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