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Alguien quiso, alguna vez, señalar una ruta en las aceras
y dibujó hermosos caballitos azules cabalgando las calles.
No sé de dónde vienen ni cual es el final
de su camino. Caballitos azules
a mi paso; me acompañan un trecho,
luego desaparecen,
algunos casi han sido borrados por la lluvia
y el tiempo.
Cada vez que los veo no puedo evitar el preguntarme
quién los dibujó, quién les dio esa vida inocente,
para quién los puso en las aceras, qué ruta indican,
a dónde se dirigen
con su ligero trote azul
silencioso. Y no hallo
respuestas. No entiendo el significado
de estos caballitos azules debajo de mis pies
y, sin embargo, no estoy seguro de que no estén ahí
para decirme algo. Tal vez la mano que los dibujó
no sepa tampoco para qué los puso
a correr por las aceras. O quería ayudar
a alguien o a sí mismo y no perderse
en los pasos que la cabeza no encuentra.
Caballitos azules y ligeros cruzando las calles
y las aceras. No entiendo qué significan, es verdad,
pero tal vez –al fin- no resulte ser tan importante. Tampoco
cabalmente entiendo mis poemas
y continúo escribiéndolos en papeles y en el aire
y los dejo circular por los caminos virtuales
con sus palabras y frases
y versos largos. Son mis poemas
caballitos azules
como aquellos que alguien se tomó la molestia en dibujar
en las aceras. No sé -es verdad- qué significan,
pero sé
que me gustan.
González Alonso
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