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Catedral
Lenta ojiva hacia atrás en el tiempo
de tu punta hincada
en un cielo
sin dioses;
mentira silenciosa piedra a piedra,
hermosa
y geométrica
pincelada de luz estirada en los colores
de los delgados muros,
te miro en la sonrisa helada de tus inviernos largos
con las sombras heridas
multiplicándose interminables en tus alrededores
calles
sin transeúntes,
sin oraciones.
Te conservas allí, testigo ajeno de los años
y los dueños
de la palabra y las vidas hermanadas en los miedos
de la miseria.
Te conservas
con tu piel fría curtida por los vientos
y las aguas del norte.
Te conservas
con los dedos de tus agujas y la memoria
de lo inflexible.
Te condenamos
a tu estar siempre allí con tu verdad de roca
trabajada
con manos cerradas sobre el martillo.
Te condeno
a ser punto admirable, lugar a donde nunca
volverá nuestra historia.
Y así lo celebramos cuando el pueblo construye,
la mano en la herramienta,
para el pueblo su historia sin dioses sobre ojivas
y tú allí,
te decimos,
nos recuerdas la fuerza
de nuestra humana arcilla
y la decisión
inequívoca
de alcanzar la libertad que apuntan hacia el cielo
tus piedras afiladas.
González Alonso
El poema Catedral fue publicado en la Antología de Poemas Alaire (2009)
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