Archivo de 25 de marzo de 2010

25
Mar
10

Corre, caballo de lascivia…

.

Lady Godiva

.

Corre, caballo de lascivia, que no te sobrepase el tiempo, que se muera el
tiempo
hecho papel y tinta sobre los calendarios.

Anuda
las manecillas del reloj de la piel entre tus manos,
desboca
tu freno
y hunde el húmedo belfo en la bruma de la mañana;
que amanezcan en tu pecho crisantemos y anémonas, que se inunden tus ojos
con amaneceres de cuerpos desnudos sedientos de tu tacto.

Y lleva los besos en tu boca como la miel en los panales, dispuesta
a ser robada; presta a ser ofrecida,
dejando que otras bocas
besen
la palabra de tu lengua,
beban en la saliva de tu vida,
buceen las aguas de tus ríos.

Corre, amoroso toro de la canícula del verano, entre el polvo de la tarde de la era;
hunde la testuz en los senos de la noche
y que tu semen ilumine de constelaciones los confines del cielo. Antes
de que el tiempo
se haga pausa
en el pulso de tus sueños, surco en la geografía de tu cuerpo,
distancia
en lo profundo de la mirada de tus ojos,
muerte. Antes de que la felicidad quede a tus espaldas
y la memoria se clave cada día en las paredes.

González Alonso

El poema  está publicado en la Antología de Poemas Alaire (Editorial Alaire, enero, 2009. Antología colectiva). Forma parte también del libro de poesía «Lucernarios» (Ediciones Vitruvio.-Colección Baños del Carmen, Madrid, 2016). Anteriormente fue seleccionado para su publicación en la antología virtual Un Mundo y Aparte (2008), el cual mereció las siguientes palabras del prologuista y poeta Jerónimo Muñoz:

Si abandonamos el punto de vista de la métrica y ponemos nuestra
atención en los temas elegidos, nos encontramos con que, como podía
esperarse, el amor y el desamor, en algunas de las múltiples facetas
que presentan y desde algunas de las variadas ópticas desde las que
pueden ser divisados, copa prioritariamente la atención de los poetas.
Así, nos encontramos con poemas tales como “Corre, caballo de
lascivia”, de Julio González Alonso, en el que la lascivia, pez rémora
del amor, se trenza con la desbocada huida del tiempo: Magnífico
corcel, este del tiempo, para transportar a tan erótico jinete. Clama el
poeta, en su desasosiego ante la consunción, clama, en magníficas
imágenes, por no dejar pasar sin provecho ese tiempo devorador de
vida, e incluso menciona, en su variopinta muestra de metáforas, a ese
río heraclitiano que, sin dejar de ser, no es. Poesía luminosa, plena de
hallazgos y llovida por aquella angustia existencial machadiana.
 Carlos Arteaga.- Toro con mujer indefensa (Óleo, 2009)



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