Archivo de abril 2010

23
Abr
10

Luis Pastrana, Cronista Oficial de León, y el Día del Libro.

El Día del Libro nos acerca, a través de las páginas escritas, a sus hacedores, esas personas abnegadas en el trabajo de las palabras que llamamos escritores.

Los escritores son, se me antoja, hermosos troncos que sujetan y multiplican en las hojas de sus ramas el oxígeno que enriquece el aire que respiramos. Son vida.

Los árboles nos dan vida, también, con su sombra. Cuando desaparecen los árboles, desaparece la sombra, y un hueco con luz extraña se abre en torno de lo que fue el espacio que ocuparon sus troncos y la frondosidad de sus ramas; desaparece el rumor del aire y nos sobrecoge una indescriptible sensación de orfandad. En invierno nos traen sombras grises de agua y frío desprendidas de las ramas sin hojas. En verano, la rotundidad de un sol vencido en las copas verdes. En la primavera, sombra fresca de tallos nuevos y lluvias. Otoño es sombra larga envuelta en colores que se van haciendo lentamente para volar al suelo.

Sin luz no hay sombra; sin árboles no hay sombra buena, que es, incluso, la sombra de otra sombra mayor que es la noche.

De sombras buenas viven las personas buenas; que luego están las malas sombras, sombras hechas con los mordiscos que da la vida…

Luís Pastrana, a través de lo que fue su vida y de lo que es su obra, continúa siéndonos necesario y dador de vida, de buena sombra, cuando con la discreción e intuición que le caracterizaban,  apuntaba la denuncia, a veces la protesta, a través de los datos ofrecidos en sus trabajos, que acaban siendo retrato y reivindicación de nuestra condición de leoneses, porque «antes hubo mucho de olvido y todo de abandono» (dice de forma directa y poética  al hablar de Peñalba, Montes y Compludo-1987) y así, pienso, ahora como entonces, que «el camino es una senda para la aventura y las galochas«.

En gran medida ese olvido y abandono convierten  el tránsito por nuestra realidad en una aventura no exenta de riesgos, siendo el mayor y más grave aquel que desdibuja nuestra memoria de tanto mirar sin ver y oír sin escuchar. Y es que Luís Pastrana se dedicó en gran parte a la tarea de ver y escuchar para alimentar la memoria que nos hace fértiles como ciudadanos de un país que proclamaba a sus reyes al grito de ¡León, León, León y todo su Reíno...!(Políticas Ceremonias, pag.183) desde los balcones del Ayuntamiento y ante el pueblo.

El Día del Libro nos abre las páginas de la vida en cada obra de cada escritor. Y en León  tenemos, si no muchos, sí buenos escritores; y  algunos, muy buenos. Y con todos ellos tenemos contraída una deuda de gratitud con los que -y especialmente con Luís Pastrana- difícilmente podremos saldar, aunque podemos intentar devolverles un poco de cuanto nos dan, simplemente leyéndolos, acogiéndonos a su siempre generosa oferta.

Necesitamos los libros. Necesitamos a los escritores. Buscamos la protección de la sombra y encontramos la generosidad de los árboles, de las personas que nos tienden los brazos y nos acogen y dan un descanso a nuestro camino. Luís Pastrana, Cronista Oficial de León, fue una de estas personas. Lo sigue siendo. Es la buena sombra.

Julio González Alonso

Al año siguiente de la muerte de mi amigo Luís Pastrana quise recordarlo en el día especial del 23 de abril, Día del Libro, y escribí este pequeño texto que se publicó en la edición en papel del Diario de León. Hoy lo traigo aquí, a este rincón abierto de lucernarios por donde dejar entrar la luz de la poesía y la palabra, como renovado homenaje al amigo con quien tanto pude compartir, sobre todo su confianza,  amistad desinteresada y alegría. Para siempre quedaron grabados en la memoria hermosos días de León en los que me descubría sus secretos e historias con la pasión de quien ama las cosas; atrás quedan las horas de charla y siempre las gracias por el detalle de tener, sin olvido,   preparado en cada ocasión  el último de sus libros publicados para ofrecérmelo como regalo; libros que leía con fervor y de los que sacaba provecho utilizándolos en mis recorridos por tierras leonesas de la provincia o recorriendo sus páginas amenas de relatos, descripciones y anécdotas. Libros que siempre tengo presente y a los que acudo a menudo. Vaya un estrecho abrazo, amigo Luis, allá donde te encuentres, con el afecto que nada ni nadie, sabes, puede arrebatarme.

Salud

21
Abr
10

Abril traía.

Marina G. Zubizarreta.

Abril traía.
(Para los diecisiete años de mi hija Marina)

Abril traía tu nombre en primavera de promesas;
traía entre sus flores y las horas sonrisas en tu boca
y un misterioso océano de estrellas
en las olas de sus noches rumorosas,
canción de cuna,
arrullo para el sueño columpiándose en los párpados
de tus ojos abiertos
a la vida
en abril. Tal vez
traía
abril
también la cuenta de tu alegría entre sus aguas
que sin cesar movían
la piedra del molino que los días
arrastran.

Trae
contigo
abril
diecisiete primaveras; diecisiete ramos de flores
en las manos, diecisiete cielos y diecisiete
mares
en los que hacer volar los sueños, navegar
amores
y un ansia de conocer multiplicada.

Abril te trae y te lleva en torbellino
de aire que hila el sueño de la vida
y un manojo de recuerdos que perfuman la memoria
de dichas compartidas.

Llega abril y todo se hace luz y se hace agua
y tierra de campos verdecidos
donde las ilusiones sembradas serán frutos
de amor y de trabajo
y de risas
y amigos.

Abril
traerá.

Julio G. Alonso

Marina y Julio.

Hoy hace 19 años  que Marina decidió venir a formar parte de esta familia, completándola con sus hermanas Camino y Nerea, que tenían ya cuatro años. Con ocasión del primer viaje de Marina a Estados Unidos y al cumplir allí los 17,  le regalé este poema. Han pasado dos años y creo que abril sigue trayendo ilusiones y proyectos, con esa vocacióm suya de primavera, de tiempo cambiante que anuncia el esplendor cercano del verano. Espero que le sirva de tarjeta de cumpleaños o a modo de «cuelga», que siempre será mejor, pienso, que los tirones de orejas.

«La cuelga».- Es una costumbre leonesa de poner en el cuello de quien cumple años una especie de collar del que cuelgan dulces, golosinas, pequeños regalos y dinero. Hay que intentar ponérsela en un momento de descuido, con el consiguiente cántico de «cumpleaños feliz». Si descubre las intenciones y sorprende a los que lo intentan con la cuelga en la mano, entonces a la hora de repartir la  cuelga será el cumpleañero quien decida cómo hacer el reparto. Si es sorprendido y le ponen la cuelga sin darse cuenta, entonces son los demás quienes deciden cómo repartir. Pero la cuelga -sea como sea- «se reparte «siempre».

15
Abr
10

Tienes la edad del amor

 

Chica bajo la lluvia

Como viene el mar azul sumiso
a la tierra volcánica,
en besos húmedos
tú llegas a mis costas,
entretienes mis arenas en tu boca
y abrazo la cintura de tu agua. Tienes
la edad del amor,
la que imparable asciende en risas a los ojos
llenos de luz de mediodía – y no hay
defensa,
no hay combate posible
en el campo de mi piel,
tierra donde dejas
el rosario de cuentas en huellas de los labios –

¡Qué resistencia inútil
al ocaso de los años; qué estéril
el vano enfrentamiento a la pujante vida!

Te contemplo a la caida
de las tardes de verano
con los últimos soles en los cielos de los días.

Te contemplo

sabiendo que las noches
pondrán racimos estrellados a los sueños
de antes de la madrugada,

cuando el mar azul sumiso llegue hasta las playas
con sonrisas de espumas en las olas

y el viento, cambiante, arrastre
las últimas caricias
a poniente.

Julio G. Alonso

Poema publicado en la Antología colectiva Universos Diversos.- Poesía del Siglo XXI (octubre de 2009)

Mujer joven acercándose por la orilla del mar.Mujer joven alejándose por la orilla del mar.

09
Abr
10

Sólo queda mirar.

 

Soldados hacia el frente.

El crimen.Desesperación.

No se entiende este tiempo; los ojos desorbitados             El asesino.
y la muerte trazando fronteras en tiros
de desconcertados
sentimientos; la piel reseca
y la sed y el hambre columpiándose en el miedo
de la mirada de los niños. Qué tierra
es ésta, qué paraiso de ambiciones                                           La derrota.
nos asola.                                                                                              

¡Ay, Señor!
Si a mis labios impíos asciende una oración
desesperada, a mi boca llegan palabras                                  
confundidas; si en mi corazón alienta                                       La muerte viene del cielo.
la última esperanza de rezar                                                          
es que todo se ha perdido,
la amargura ha sembrado en campos ayer fecundos
y la sal de las lágrimas es la última riqueza
en páramos de futuro.

No encuentro en este tiempo las palabras; aquellas que anidaban
la fronda                                                                                                        Kati Horna: guerra civil española.
de los años de juventud
ya volaron en confusión de días y horizontes;
no cabe en un pecho descreído más fe
de solidarios abrazos;

sólo queda mirar
hasta cegarse los ojos,

volver la vista –si puedes todavía- a la vida; sonreir           Miliciano muerto en el frente, Guerra civil española.
a tus hijos
todavía inocentes de estos crímenes,
contemplar el cielo que nos cubre a todos por igual. Es lo último
que puedo decir

antes que la memoria se extravíe en sombras de locura, Hacia el exilio.
estallen los ecos de la muerte su metralla
en tus oídos

antes que tu lengua ahogue tu garganta
y tu cuerpo sea inerte
y pesada,                                                                                              Camino del exilio.
amarga,
estatua de sal.

Julio G. Alonso                                                                                  

                                                                                                                                                                                                                                     El poeta Miguel Hernández.

De las muertes, las que traen la violencia y la guerra son las menos comprensibles, las más crueles, son las que dejan muertos en los campos de batalla, en las cunetas de las carreteras, debajo de las bombas, en la punta de pistola del asesino; y las que dejan muertos en vida y cadáveres sobre la memoria de las generaciones. Nunca es suficiente gritar contra la guerra.

Poema publicado en el número 4  de la revista multitemática  Alkaid (segundo trimestre de 2009.-Valladolid) que dirige Pilar Iglesias de la Torre.




abril 2010
L M X J V S D
 1234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930  

Archivos

Traductor / Translator

Categorías

Páginas

Escribe tu dirección de correo electrónico para suscribirte a este cuaderno, y recibir notificaciones de nuevos mensajes por correo.

Únete a otros 1.029 suscriptores

Estadísticas

  • 353.787 visitas

Comunidad de lecturas