Archivo de febrero 2010

27
Feb
10

La amarga victoria de Albert Camus a los 50 años de su muerte

Albert Camus

Cumplidos los 50 años del nefasto accidente de automóvil en el que perdió la vida el autor de La peste, El extranjero o la obra teatral Los justos – comentada en esta bitácora LUCERNARIOS– la figura del Premio Nobel (1957) se alza con la crudeza y la claridad de una verdad que nos desnuda de los trágicos errores de la izquierda intelectual heredera de J. Paul Sartre; errores tales como el del papel ignominioso que se asignaba a la violencia revolucionaria. Ya en la precitada obra drámatica Los justos se cuestionaba esta actitud enfrentándonos al dilema moral que significaba el asesinato en la actividad subversiva sustentada en el convencimiento de que el fin justifica los medios, o que ante la violencia institucional y la injusticia social ejercidas por los gobiernos, la respuesta debía ser igualmente violenta para restablecer la justicia social y empujar a las clases trabajadoras a la acción para su emancipación. La postura de rechazo de A. Camus será contundentemente más explícita desde las páginas de El primer hombre. Pero la reacción de J.Paul Sartre y sus seguidores ante esta toma de postura, parapetados en los adarves de la formación intelectual y universitaria de la que A. Camus carecía y que obscenamente  le era echado en cara,  fue de un desprecio absoluto por la persona del escritor y la condena de su obra.

Empero, lo que supo ver A.Camus y tuvo el coraje intelectual de mantenerlo, venía servido –como subraya Jose Mª Ridao en su artículo de El País (La verdad transparente de Camus.- 2/01/10)- por Albert Camus con su mujer e hijosuna actitud ante la vida diametralmente opuesta a la de sus detractores.  A. Camus, escogiendo la vía de la naturalidad y la experiencia íntima en la concepción de la totalidad del mundo, fue construyendo sobre el mismo,  laboriosa y dolorosamente,  sus posiciones políticas y morales.  De ahí –como hemos subrayado en el comentario sobre la obra Calígula, de A. Camus- que la poesía y la belleza se instalen en sus escritos como vehículo de expresión y conocimiento por encima de las elucubraciones de los discursos obscuros y las argumentaciones de una racionalidad alambicada y confusa. La verdad es bella y terrible,  parece gritarnos Camus,  y exige mucho coraje, el mismo que no escatimó para ser de los pocos escritores que se atrevieron a denunciar los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki o alzando la voz para proclamar que la II Guerra Mundial no la ganaron unos países y la perdieron otros, sino que fue un inmenso drama en el que se impuso la victoria de los hombres y mujeres de todos los países –incluídos Alemania e Italia- que defendieron la libertad frente al totalitarismo.

Esta postura, mal entendida y peor interpretada, que se resumía en rechazar la idea de que el nazismo se identificara con Alemania, considerando a este país como la primera víctima del mismo, la mantuvo con firmeza reclamando, como escritor, su independencia frente al poder y reclamando igualmente dicha actitud a todos los escritores, a quienes pide que sostengan con orgullo, incluso con soberbia, las consecuencias de ejercerla.

Han transcurrido 50 años de la desaparición de A.Camus. Los errores de la izquierda han pasado una factura demoledora para las aspiraciones de la emancipación de la clase obrera, diluida, Noticia de la muerte de Albert Camus en 1960 fagocitada,  por el desarrollo del capitalismo con la incorporación de gran parte de las demandas sociales de los programas políticos de la izquierda, como educación, sanidad o sistemas de pensiones. Pero si Camus pudiera enjuiciar desde su particular independencia intelectual y moral la nueva situación, su intuición,  la naturalidad de su conocimiento,  le llevaría previsiblemente a plantear el dilema moral suscitado con la explotación de los recursos naturales y humanos del planeta en un mundo más globalizado que nunca, y el recurso a los mismos argumentos de la violencia y la guerra, la corrupción y la ambición, para ejercer y llevar a cabo dicha explotación por parte de los poderosos,  apelando a la libertad y el orden democrático e, incluso, al nombre de Dios en la lucha contra el mal. Es decir que, al igual que para la izquierda intelectual europea estaba justificada la violencia revolucionaria, para el capitalismo triunfante está justificada la violencia bélica asentada esta idea  en el principio de que  el fin justifica los medios.

Le tocaría de nuevo a A.Camus alzar la voz para exigir la independencia de los escritores y periodistas frente al poder. Y volvería a ser anatemizado, me temo, por los defensores de los valores occidentales y la economía de mercado. Porque se puede apreciar que continuamos, 50 años después, sin resolver los problemas en los que fracasó la izquierda, y que el capitalismo –sin alternativas reales-  los ha extendido al mundo entero como un reguero de pólvora al que se le ha prendido la mecha. Y es que parece estar más claro cada día que el capitalismo no es la solución al capitalismo y que, parafraseando a Camus, podríamos aseverar que no hay que identificar, por ejemplo, fundamentalismo con países árabes, señalando arteramente el fundamentalismo malo contra al que será lícito combatir a la vez que se niega y pone a salvo el fundamentalismo propio, el bueno, desde el que iniciar las agresiones contra pueblos enteros. Porque el fundamentalismo es idéntico –como lo eran el fascismo y el nazismo- en cualquier país bajo cualquier cultura y bandera.  Así que si hay alguna solución no será la de la confrontación de culturas, sino el compromiso –una vez más- de hombres y mujeres de todo el mundo con la libertad y un orden de justicia que excluyan definitivamente la miseria y restituyan la dignidad humana a cada persona en cada rincón del planeta. Tal vez sea mucho pedir. Tal vez volvamos a la utopía. Pero, como se escribió en los muros de París en los sucesos de aquella revolución pequeñoburguesa protagonizada por los estudiantes del mayo del 68, lo más real será reivindicar lo imposible.

Julio G. Alonso

20
Feb
10

Postal de vida y de muerte

Postal de vida.Postal de muerte.

.

 

La postal de la vida
puede tener el rostro de princesa
y a la mirada uncida
dulce color de fresa
que a los años de infancia te regresa.

La postal de la muerte
la dibujan con sangre las pistolas
y es el odio la suerte
ahogada en caracolas
y rojo en campos rojos de amapolas.

¡Ay paisajes de infancia
donde el azul es cielo en la mañana
y en la noche fragancia
leve y sutil que emana
la luna en sueños que tu amor devana!

¡Ay trincheras del miedo
odio, rencor, dolor, hambre y venganza
que en el latido quedo
que al corazón alcanza
se alzan contra la vida y la esperanza!

Yo busco en el encuentro
del amigo la risa de la vida,
y la pongo en el centro
del corazón que anida
feliz memoria y dicha compartida.

Y siento si la suerte
adversa del destino llega presta
y lleva con la muerte
en la perdida apuesta
del amigo su flor en la floresta.

Julio G. Alonso

El poema Postal de vida y de muerte está compuesto en liras. La lira es una estrofa renacentista introducida por Garcilaso de la Vega y que toma el nombre del primer verso del poema A flor de Guido escrito con esta modalidad estrófica en el cual aparece la palabra lira:

Si de mi baxa lira
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento,

En el caso del presente poema, cada estrofa ofrece un aspecto positivo y otro negativo de la vida en una especie de secuencia en la que encontrar la cara y cruz que  el mismo hecho de vivir comporta.

Es una estrofa de tratamiento suave y agradable musicalidad. Su estructura se compone de cinco versos de rima consonante en una variación de heptasílabos y endecasílabos:  7a -11B -7a -7b -11B

14
Feb
10

Proclamas en ovillejos

 

Novecento

¿Quién la libertad destierra?
¡La guerra!

¿Y en qué la vida convierte?
¡En muerte!

¿Y qué mata la inocencia?
¡La violencia!

Egoista en su demencia
la persona que esto olvida
sólo encontrará en la vida
guerra, muerte y violencia.

¿Pues no amas la libertad?
¡Verdad!

Y al fin, ¿Cuál es tu intención?
¡Comprensión!

¿Y quién te sirve mejor?
¡Amor!

Sabiendo que es el candor
el que a la dicha abre paso
bien cumplen en este caso
verdad, comprensión y amor.

¿Qué es lo contrario a morir?
¡Vivir!

Y vivir, ¿qué es en su esencia?
¡Conciencia!

Y ésta en sí, ¿cómo se escribe?
¡Ser libre!

Si lo que aquí se transcribe
en todo lleva razón
es mejor, en conclusión,
vivir, en conciencia, libre.

¿Qué es mejor en sociedad?
¡Igualdad!

¿Y quién hacerla es capaz?
¡La paz!

¿Y qué traen en su embeleso?
¡Progreso!

Veo en tal razón de peso
que en toda humana invención
se cumpla tal condición
de igualdad, paz y progreso.

Julio G. Alonso

Pese a ser considerado el ovillejo una estrofa adecuada casi exclusivamente al tema irónico, festivo o satírico, la intención en esta composición ha sido la de utilizarlo como tema de denuncia social y reivindicación. La oportunidad que para la reflexión abren las sucesivas preguntas que se hacen sobre el tema, creo que da pie también a este tipo de tratamiento.

El poema, magníficamente declamado, lo podéis escuchar en la voz de Rosa Iglesias:

LA VOZ BORDADA EN VERSO, de Rosa Iglesias

.

p

.

 

12
Feb
10

Ovillejo de La mujer y el vino

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Mujer y vino para un ovillejo.Vino y mujer para un ovillejo

.

¿Qué es bueno sin desatino?
¡El vino!

¿Y es del hombre gran  placer?
¡La mujer!

¿Y qué cumple en su presencia?
¡Prudencia!

Pues si no cabe en su ausencia
la felicidad lograr
tampoco se ha de olvidar:
¡con vino y mujer, prudencia!

Julio G. Alonso

 Mujer y vino.

El ovillejo es una clase de estrofa que algunos denominan de alarde y que inventó en su forma actual Miguel de Cervantes Saavedra. La usó en el capítulo XXVII de su novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, escribiendo tres ovillejos para la ocasión. Los ovillejos se hicieron muy populares, pero luego su uso decayó hasta ser prácticamente  abandonado. Más tarde, en el Neoclasicismo, después en el Romanticismo, como hizo  Zorrilla en el Tenorio, aunque con algunas licencias,  y, por último, en el Modernismo, volvieron a ser utilizados. Miguel de Unamuno, uno de los mayores exponentes de la Generación del 98 (Antonio Machado, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, Ramon María del Valle Inclán y José Martínez Ruiz) también tuvo en cuenta esta estrofa en sus trabajos.

Es una estrofa brillante y muy sonora que implica cierta dificultad. Su elaboración artificiosa hace de esta estrofa un instrumento muy adecuado para la ironía, lo burlesco, lo humorístico o la sátira.

07
Feb
10

El caballero de Olmedo (Lope de Vega).-Teatro Corsario de Castilla y León.

El Caballero de Olmedo (Lope de Vega) es, en la puesta en escena de la compañía Teatro Corsario de Castilla y León, como un exquisito licor en copa de cristal fino y bien tallado, un trago largo de vida y felicidad. Dicho lo cual, y destacando la admirable interpretación de todo su cuadro escénico, me gustaría dejar también una breve reseña en forma de aplauso para el director, diseñador de vestuario y escenógrafo Fernando Urdiales, por la gestión del espacio escénico con criterios de modernidad sin dejar de hacer creíble y visualizar los espacios históricos en los que se desenvuelve esta tragedia. No quiero olvidar tampoco mencionar las atmósferas creadas por el iluminador Javier Martín del Río,  la concisión y efectismo logrados en el desenvolvimiento de las coreografías de Javier Juárez y la no menos y valiosa aportación musical en la composición y ejecución a la guitarra de Juan Carlos Martín. Y de los que no digo más por mor de no ser muy extenso, sepan de la reconocida labor que, como espectador, les agradezco.

La obra teatral, rescatada por Federico García Lorca en los años 30 del pasado siglo para la compañía La Barraca, se nos presenta con una vigencia asombrosa en la primera recién cumplida década del siglo XXI. El lenguaje nos llega con una claridad meridiana envuelto en los posos de un español del siglo XVII que se estaba haciendo a sí mismo y, aun siendo en verso, cautiva por la belleza de la riqueza expresiva de Lope de Vega; se trata de un lenguaje lleno de sutiles matices de ironía y logros líricos de extremada sensibilidad. A  conseguir llevar a buen puerto todo ello y apreciarlo en su totalidad, contribuye de manera decisiva el formidable elenco de actores de la compañía Teatro Corsario.

El Caballero de Olmedo se sustenta en un hecho real puesto en romance acaecido entre Medina y Olmedo en el que, por razones de celos, un caballero de la ciudad de Medina, auxiliado por un amigo, decide dar muerte a Alonso en el camino de vuelta a Olmedo después de celebrar las fiestas y salir triunfante ante los toros en presencia del rey. Inés, su enamorada, recibe la noticia de su final cuando el mismo rey estaba a punto de concertar el matrimonio de la misma Inés con el asesino de su amado. La precipitada  llegada de Tello, el criado de Alonso, narrando lo sucedido y pidiendo justicia, pone fin al drama.

Federico García Lorca empleará el mismo recurso a la hora de escribir Bodas de sangre, después de recoger el argumento de una noticia de periódico.

Me he referido en dos ocasiones al Caballero de Olmedo calificándolo de tragedia, cuando el mismo Lope de Vega lo definió como tragicomedia; pero, en mi opinión, los elementos trágicos dominan claramente sobre los cómicos que se dan en algunas situaciones de la intervención del criado Tello o la alcahueta Fabia. En este sentido se percibe un claro paralelismo con la tragicomedia de Calixto y Melibea en la Celestina, y es posible que Lope de Vega la intitulara del mismo modo por esta misma razón. El hecho de conocer de antemano el final trágico del protagonista al recitarse al comienzo de la obra la parte del romance que da cuenta del desenlace,  nos sitúa claramente en el marco de la tragedia al estilo clásico.

Como acertadamente se explica en el programa de mano de la función para esta puesta en escena  son, básicamente, tres los ingredientes que configuran la obra: Amor, Muerte y Destino.

El Destino lo va a encarnar el personaje de Fabia, la alcahueta, que pronosticará y anticipará la muerte de Alonso. La Muerte está siempre presente creando una atmósfera en forma de presagio, amenaza, premonición, miedo, en el riesgo de los desafíos, en las luchas con navaja, en la sangre de los toros y, finalmente, en la propia sangre derramada del héroe abatido por los disparos de sus enemigos. El Amor se desenvuelve y expresa con la vehemencia del enamoramiento y la pasión, en pasajes y escenas de un delicado lenguaje en boca de los enamorados Inés y Alonso que nos evoca la talla indiscutible de un William Shakespeare en las mejores e inspiradas escenas de Romeo y Julieta.

Puede decirse mucho más y mejor que lo que hasta aquí dejo dicho sobre el teatro de Lope de Vega y el espectáculo admirable de la compañía Corsario de Castilla y León en la jornada del teatro Barakaldo de Vizcaya; guardo silencio, no obstante, para dejar oir el cariñoso aplauso de un teatro felizmente lleno de gente entregada a la calidad de un texto inmortal y al arte y la profesionalidad de este cuadro escénico al que, a los que no habéis tenido ocasión de ver, os animo a hacerlo en cualquiera de las ocasiones que se os ofrezcan.

González Alonso




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