De tan humana arcilla y frágil existencia,
de tiempo tan finito estamos hechos… ¿¡Cómo cabe la vida
-preguntamos-
en tan poco!?; si los dioses nos admiran
sabiéndonos poseedores de la muerte
y contemplándonos nacer de entre las guerras
envidian nuestra vida
¡ellos, que se saben inmortales!
Somos tan poco y somos tanto
que ciegos devoramos nuestro tiempo
y dejamos jalones de estrellas y estelas de futuro
al paso de los días, contadas estaciones
de alientos y de sueños; a veces pesadillas
de hijos muertos,
la única muerte que llegada a deshora
nos abre el vacío de la angustia
y hace sangrar las horas
en el pulso detenido de todos los relojes.
El mundo es bello
sólo porque hay quien nos descubre su belleza,
quien lo mira y sonríe y nos deja en el aire
un rumor de palabras que lo nombran.
Y esa labor
es nuestra. Solos y en medio de la nada
somos los creadores; vida efímera
que nace eternidades,
inmortales en arcilla moldeados, aliento para la flor
y el agua
de mares océanas de preguntas
y una certeza sólo,
una sola última
certeza
que a los dioses nos hace envidiables.
.
González Alonso
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