Carta de enero
Las bombas caían lejos
con su calor ardiente en el invierno
de las ciudades sirias. Larga la guerra,
la muerte larga con su sombra oscura
y fría
y el terror y el hambre
que no cesan.
Tal vez caigan lejos las bombas,
pero los muros de Alepo son las ruinas
de los muros de mi patria; los muertos
de Raqqa,
los muertos de las calles de las ciudades
de España,
y el dolor de los sirios
el dolor y el miedo que llama
a la puerta que golpean con sus manos
desnudas,
espanto y plomo
del alma.
No caen
lejos las bombas,
sino lejos
la esperanza.
González Alonso
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