El retablo de las Maravillas
Miguel de Cervantes
Morfeo Teatro
Burgos
Adaptación y recreación dramática de Francisco Negro
Dirección: Francisco Negro
Cuadro escénico: Francisco Negro, Mayte Bona, Felipe Santiago, Adolfo Pastor, Santiago Nogués, Mamen Godoy y Joan Llaneras en el papel de Cervantes.
Nos encontramos ante una sátira sobre la hipocresía, la pieza original del entremés de Miguel de Cervantes que da título a la obra y que Morfeo Teatro proyecta de manera amplificada y actual a partir de textos escogidos de una selección de obras cervantinas como otros entremeses (El juez de los divorcios), el prólogo de las Novelas ejemplares, distintos capítulos del Quijote, El coloquio de los perros, La elección de los alcaldes de Daganzo, textos como el Discurso de la edad de Oro, etc.
A partir del carácter humanista con influencia erasmista de Miguel de Cervantes, la puesta en escena de este Retablo enfrentará a los personajes ante la corrupción y las bajezas de la sociedad para la que el aforismo “entre la virtud y el dinero, lo segundo es lo primero” estaba entonces, igual que hoy, totalmente justificado. Todo es válido mara medrar a costa del ciudadano. El paralelismo con la situación que vivimos y padecemos los españoles de este siglo XXI, a 400 años del de Cervantes, es evidente. Una casta política, empresarial y financiera sin escrúpulos, enriquecida con la pobreza general, falta de honestidad, carencia de vergüenza, demasiada prepotencia y –sobre todo- una miserable vida interior y cultural, una ignorancia supina para una existencia cuyo mayor ideal es acumular lo más rápidamente posible más riqueza y detentar mayor poder. Y al otro lado, una masa cada vez más grande de clases medias empobrecidas y una clase obrera embrutecida persiguiendo la zanahoria del consumo, la mediocridad y el éxito sin esfuerzo ni trabajo personal, para lo cual la educación es un estorbo. Existen, por otro lado, grupos sociales con inquietudes erráticas, posturas maximalistas y demagógicas, carentes de verdadera reflexión, conocimiento y análisis, que se presentan como alternativa guiados por impulsos primarios, apelación a lo afectivo y lo irracional, que hacen las delicias de las castas dominantes, pues desde su oposición, les hacen un gran servicio. Y existen, desafortunadamente menos, aquellos que como Cervantes, elevan la voz contra este estado de cosas y –como se subraya en el programa de mano de la obra- “la crítica de la rapiña en los negocios, el engaño, la prevaricación, la hipocresía, el premio a los necios y el olvido de los honrados, la envidia como pecado nacional”, los gigantes contra los que don Quijote creyó necesario luchar.
Todo el drama desarrollado a partir de lo que se presenta como un ligero y entretenido entremés, abarca a toda España y toda su realidad histórica, de modo que Cervantes y su ingenio son reconocidos en Pablo Picasso y su pintura; o Pablo Picasso y su pintura nacen en el mismo Cervantes y su ingenio. El caballo desquiciado por el horror de la guerra galopa en las patas de Rocinante. Resulta asombroso el acierto de la puesta en escena en la cual se utilizan las imágenes picassianas para encajar con las cervantinas en un difícil puzle llamado España.
En el entremés de Miguel de Cervantes, serán los necios regidores del pueblo, el gobernador, el alcalde y el aspirante a clérigo los que, para salvaguardar sus privilegios y mantener su estatus, afirmarán ver lo que no existe, mintiendo en sus exageraciones para resultar más convincentes. En el entremés que Morfeo Teatro nos abre a través de la mano de Francisco Negro, serán esos mismos cretinos los que se empeñarán en no ver lo que se les aparece, negando y mintiendo una vez más ante la severa realidad que Cervantes pone ante sus ojos.
A la luz de este soberbio trabajo dramático, tanto en su concepción como en su realización e interpretación, se entiende cabalmente que la obra del autor del Quijote sea universal, pues es una obra capaz de hacerse a sí misma en cada lectura a través de los siglos, capaz de generar nuevas imágenes y conectar directamente con la actualidad. Los textos cervantinos, manejados tan inteligentemente, han sido la ocasión de abrirnos las puertas de otro retablo, y lo ha hecho con tal fuerza, que el primero –concluida la función- se percibe como un bello prólogo, una entradilla, a la gran representación del segundo.
No importan las celebraciones centenarias, siempre ocasión para los hipócritas que nada entendieron ni entienden de Cervantes rasgándose las vestiduras con la muerte del autor para loarlo de español ejemplar. Si de verdad hubieran entendido algo –entonces y ahora- se habrían callado y escondido en sus ratoneras. O tal vez resulte ser la misma estupidez la que los empuje a actuar de este modo, tergiversando el significado de la obra de Cervantes y manipulándola con la intención de ponerla al servicio de sus intereses más espurios o bastardos.
Decía que las celebraciones centenarias son anecdóticas. Cualquier día, semana, mes o año, son ocasión apropiada para adentrarse en el humanismo cervantino por la puerta de su teatro, sus entremeses, su poesía y sus novelas. La lectura inteligente y creativa de Morfeo Teatro, en la que la picaresca del Siglo de Oro se cuela por los arlequines y los cuadros de Picasso, nos demuestra que otro mundo es posible y nos abre las puertas a la esperanza de adentrarnos en él haciendo posibles los ideales del “hombre que creía en el honor, los principios y la justicia”, superando la mediocridad, el embrutecimiento y la ignorancia de quienes conducen y empujan a la sociedad hacia la mediocridad, la ignorancia y el embrutecimiento o la barbarie. Por todo ello, contra la estupidez y a favor de la inteligencia, aplaudimos sin reservas el final de la representación del elenco burgalés Morfeo Teatro, principio de la visión de los monstruos y amenazas de este retablo de las maravillas que es nuestro país. A partir de aquí, todo es posible.
González Alonso
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