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Duerme la tarde en el jardín silente;
entre rumores de agua de verano
sueñan horas del aire que, serrano,
da apacible frescor al sol ardiente.
He llegado hasta el borde de esta fuente
de la edad, pretendiendo siempre en vano
alcanzar su frescura con mi mano
o que deje sus besos en mi frente.
Quizás será el otoño la ternura
de cantarines sones desvestida
y en colores mostrada su hermosura;
O amor será, tal vez, la noche obscura
del invierno que en nieves dé a la vida
la vida en primaveras de agua pura.
González Alonso
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