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No es, amor, que me duela el desencanto
de saberte ya de otro enamorada;
es que me duele en esta encrucijada
no poderte olvidar y amarte tanto.
Loco de celos vivo; cruel espanto
del día y con la noche desvelada
amarga oscuridad al alma atada
y horas sin fin, desconsolado llanto.
Díme si así vivir vale la pena
o si es mejor morir con la esperanza
de dejar de sufrir esta condena.
O si otro amor podrá desde esta almena
arrojarse en la punta de la lanza
que rompa en su mitad esta cadena.
Julio G. Alonso
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