Archivo de octubre 2012

28
Oct
12

Tarde de ópera: Un giorno di regno (Rey por un día) de Giuseppe Verdi.- Teatro Euskaduna de Bilbao

Un  giorno di regno.- Giuseppe Verdi

Un giorno di regno (Rey por un día).-Giuseppe Verdi

Teatro Euskalduna.- Bilbao

Director musical: Alberto Zedda
Director de escena: Pier Luigi Pizzi
Director del coro: Boris Dujin
Coreografía: Luca Veggetti

No habría tenido Giuseppe Verdi motivo para quejarse del público en la noche del 27 de octubre como lo hizo amargamente tras el estreno de Un giorno de regno en el Teatro de La Escala de Milán aquel 5 de septiembre de 1840. Por dos razones; una, teniendo en cuenta la atención con que fue seguida la representación con aplausos, si no entusiastas, sí de cierta importancia en distintos momentos, y otra, porque esos aplausos fueron intensos y sinceros al concluir la representación.

Cuando conocí el dato de la extremada juventud de Verdi a la hora de abordar el trabajo de escribir esta ópera, contando a la sazón con 25 años de edad, el asombro y la admiración por el autor italiano se hicieron aún más grandes, pues el resultado tan brillantemente conseguido exige un gran dominio de la técnica, inspiración, y un considerable esfuerzo para ejecutar su composición, amén de una dedicación intensa que no sobrepasó, sin embargo, los dos meses de trabajo, cuestiones que no impedirían que la exigencia del autor le llevara a realizar revisiones posteriores.

Un giorno di regno de G.VerdiPara los que no sabemos gran cosa de ópera, llama la atención el virtuosismo de la música que acompaña y conduce con tanta naturalidad este tema de ópera bufa o burlesca; la facilidad con que resuelve en el mismo discurso musical cantado acciones complejas en las que se producen dos diálogos simultáneos y la habilidad para enlazar los diferentes momentos de la acción. Ya el inicio es una exhibición musical y coreográfica que nos introduce en el ambiente cortesano de la época a través del baile. La danza y la coreografía juegan un papel decisivo, con un indudable acierto al programar la iluminación y diseñar el vestuario con la elección de colores atrevidos y bien combinados. La Orquesta Sinfónica de Navarra y el Coro de Ópera de Bilbao dirigido por Boris Dujin, resultaron ser otros dos pilares fundamentales en la puesta en escena de esta ópera así como del resultado final del que Verdi, repito, habría estado más que orgulloso y contento, agradecido.

El argumento, pienso, no resulta relevante; una serie de intrigas palaciegas, amores y compromisos de matrimonio que se harán y desharán en diferentes situaciones comprometidas para resolverse felizmente y a satisfacción de todos. Quiero reseñar, no obstante, junto a la casi perfección académica del tratamiento y desarrollo de la obra, la sensación agridulce que se percibe en medio de las situaciones cómicas, como si un halo de romántica tristeza impregnara la acción. En ningún momento se pone Verdi tan serio o trascendental que pareciera apuntar a lo dramático; pero sí he creído encontrar un reposado fondo de queja y dolorida expresión, como si Verdi se hubiera cuidado de no convertir su ópera bufa en algo ramplonamente burlesco, caricaturesco o esperpéntico. La belleza y la mesurada ironía recorren con delicia cada nota de su pentagrama.

Por concluir de alguna manera con lo que dio de sí la noche de ópera en el Teatro Euskalduna de Bilbao, consciente de los innumerables aspectos reseñables que se quedan en el tintero, me gustaría subrayar el hecho –imputable a la visión y planteamiento de la dirección musical, de escena, del coro y de la coreografía- de que la opera se representa tanto como se canta. Quiero decir que los cantantes desarrollan sus cualidades interpretativas más allá de la voz, y asumen la representación de una manera integral, con recursos de danza y teatro, expresando con todo el cuerpo y dando así vida a los personajes de una manera convincente y plásticamente de manera muy bella. Me gustó mucho el planteamiento de numerosas escenas, en algunas de las cuales toma parte el coro, o ese sugerente baño que se toma la marquesa en un sensual striptease en el que la voz desnuda los sentimientos a la vez que se deshace de sus ropas, sin perder ese punto dulce de ironía en frases, movimientos y gestos. Y ahora sí, concluyo.
Salud.

González Alonso

Un giorno di regno (Rey por un día) de Verdi

21
Oct
12

Preludio

Preludio

Enrejado de metales en los dedos,
aros,
juegos,

entre tu mano y mi mano viven mares,
playas,
cielos

y en tu sonrisa la nieve de mis besos,

luna,
invierno,
mariposa que en la noche
despliega las alas blancas de su seno
seguro de paz y sueños,
nube,
estrella,
lirio,
verso.

Yo quiero tu amor de aros
y de rejas
entre corazón y dedos;
tu amor de luna creciente
entre tu pecho y mi pecho.

Vibra tu vientre el acorde
de la pasión
aire y olas

suave
tierno
sobre la playa desnuda
quiero tu desnudo cuerpo

aros,
sueño, arenas,
juegos.

Julio G. Alonso

.

13
Oct
12

La tristeza

                                               Caspar David Friedrich(1774/1840) Monje a la orilla del mar

.

Yo digo melancolía
y la tristeza puebla tus ojos de locura; entonces
no hay barcos en los muelles
ni en puerto seguro atracan los pensamientos;
te duelen las cuadernas que se agarran a una quilla
varada en el desierto, una nube se despeña
por el cielo de la esperanza y una idea desorientada
agoniza en busca de una cabeza sin dueño.

Cada palabra descerraja un tiro de realidad,
pero es demasiado insoportable para acogerla en el corazón;
así que nos guardamos de sus aristas con pesimismo
y pesadillas. Nada hay muy seguro en el silencio,
pero la palabra apunta a la certeza de la pena
cuando la noche es humo de sueño
y al alba la niebla desdibuja las ilusiones
en sombras sin contornos.

No estoy seguro de escribir palabras con palabras o de palabras;
ellas huyen de los poemas como palomas asustadas en vuelo
desplomado
y yo, detrás de ellas, nombro la tristeza
o la soledad
que la acompaña.

Julio G. Alonso

03
Oct
12

Grito de la necesidad. Epitafio

Poesía es voz del sentimiento, grito
de la necesidad. Lo sé. Por eso
los paisajes
se pintan de lavandas, jaras
y bosquecillos de encinas; los ocasos
arremeten contra el sol vencido de horizontes,
vienen las olas desde las almas del mar de los afectos
y son ojos y son risa, lo sé. También
sé de los días dichosos y los que son del hambre,
la ambición que la alimenta, como sé del olvido,
ese costado sin luz y sin memoria.

Todo esto lo sé. Lo repito a menudo. Lo canto.
Lo escribo. Lo digo.

Inevitable la noticia; habías muerto
en la voz del sentimiento, grito
de la necesidad. Lo supe con la pena del dolor
que bebe el agua de la melancolía. Tú
también lo sabías. Lo repetías a menudo. Lo cantabas.
Lo escribías. Lo decías. Y aquella tarde
el verano, o tal vez el otoño, de pronto se tiñó
un poco
de invierno

y nubes
temblando

suspendidas
del alero

de la poesía.

González Alonso




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