.
Testigo de mi tiempo y de mi vida,
herido de palabras y desnudo
de la muerte a la cita presto acudo
resuelto aquí a jugarme la partida.
No sé lo que el destino así decida
en su obrar arbitrario y trato rudo;
pero me ha de encontrar firme y tozudo
negándole por más que más me pida.
Nací como nacemos, sin aviso
y una hoja de ruta ya trazada
en códigos de genes y de herencias.
¿Por qué, para morir, darle permiso
y darle así a la parca por ganada
la suerte a sus caprichos y exigencias?
González Alonso
.
Comentarios recientes