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Mi primer amor pasa con un niño de la mano
en la primera tarde fría de septiembre;
Te miro
y te acuso parapetado en estas palabras indefensas
que traen a la memoria las calles de domingo
y otros jóvenes recorrerán las aceras con sonrisas.
Mi primer amor volverá a pasar otro día en otra tarde
buscando un poco de sol, sonrisa tibia, promesas en su vientre
y una flor en la mano;
desde el balcón cerrado se descolgarán los sueños
en enredadas miradas a los ojos
y besos
de labios adolescentes,
y yo, desde lejos, sabré que otros jóvenes irán por las aceras
desgranando sonrisas.
Y tú, que fuiste amor, risa primera, aliento, rubor
en la mirada, me acusarás en silencio
con un manojo de tímidos recuerdos indefensos.
Más tarde
llega limpio
un blanco sueño en memoria de inviernos
hasta el pueblo.
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González Alonso
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