A la mesa del hambre de los sueños
senté el alma. ¡Éramos tantos!
Extendimos las manos y el futuro venía,
aroma de luz preñada de promesas,
a nuestros ojos de mendigos
del mundo.
Surgían por entre los labios
las palabras verdaderas,
musgo húmedo acariciado de brumas
y albas de proyectos solidarios.
Era, entonces, cuando no existía lo imposible
ni tu pecho abrigaba
temor alguno; la asamblea
se alzaba en clamor de libertades puras,
desvestidas del odio nuestras voces
en el exilio del rencor
y la venganza.
Los que partimos el pan de la poesía
no sabíamos
que guardaba el Paraíso
la espada de fuego del arcángel.
González Alonso
** Poema publicado en el libro «Ruido de ángeles» (Editorial Vitruvio.- Madrid, 2020)
Comentarios recientes