El vuelo de Clavileño
Teatro Tribueñe
Festival Internacional de Teatro Clásico
Corral de Comedias
Almagro, 26 de julio de 2019
Cuadro escénico: Miguel Pérez-Muñoz (Don Quijote); José Luis Sanz (Sancho Panza); Zalo Calero (Duque); Virginia Hernández (Duquesa); Mª Luisa García Budí (Marquesa Trifaldi); Matilda Juárez (Dama 1); Ana Moreno (Dama 2); Juan Sanz (Eclesiástico)
Cualquier aportación, si es honesta e inteligente, a la comprensión del mundo de Miguel de Cervantes, es buena. Y oportuna. La propuesta escénica de “El vuelo de Clavileño”, por el Teatro Tribueñe, con la dirección escénica y la versión de Irina Kouberskaya, lo es. Buena y oportuna.
Si Irina buceó con pasión y acierto por el capítulo 36 de la segunda parte del Quijote y otros pasajes, la manera de
expresarlo por el elenco teatral de Teatro Tribueñe refleja no sólo la percepción exacta del mensaje a transmitir, sino la forma en la creatividad de cada actriz y actor para traernos a los personajes en su dimensión dramática sin renunciar a lo personal de la interpretación al abordar este trabajo de verdadero equipo.
La elección del diseño del vestuario, la escenografía, iluminación, efectos especiales, música, todo, ha servido al mejor resultado final.
¿Y de qué va, en todo caso, este vuelo de Clavileño? Recordemos: los duques acogen en su castillo a don Quijote y Sancho con el propósito de reírse de ellos haciéndoles soportar pesadas bromas. Es el momento de la novela en que don Quijote no tiene que gastar ni de ingenio ni de locura para vivir sus aventuras. Otros lo harán. Quienes lo rodean crearán para él esos mundos delirantes. Don Quijote lo acepta y cree, no sin algunos asomos de duda. En este caso, harán creer al hidalgo autoproclamado caballero andante que deberá afrontar la aventura del desafío de un gigante y, además, mago o encantador, a fin de liberar de una maldición o encantamiento a unas doncellas y una pareja de amantes. La manera de hacerlo será viajar al remoto reino de ese gigante sobre un caballo de madera guiado por una clavija que tenía en su cabeza, de ahí su nombre de Clavileño. Sigue leyendo