No puedo escribir París. París no podrá ser nunca un poema,
sino el mundo, hembra de pechos negros,
falo erecto en hierros sobre el Sena
que remueve sus aguas y sus pólenes.
Abre su luz París en pétalos de labios,
en besos húmedos y trenes suburbanos;
las calles multiplicando los ecos de Babel,
el gótico en volteo de campanas
y la belleza espontánea y natural,
cautivadora
en la mirada de la joven
y el saludo fugaz de su sonrisa. París es grito
de alameda, Panteón de murmullos ilustrados, l’amour l’après midi,
catedral de incienso.
No puedo escribir París; sólo razón, filosofía, barricada
de jóvenes airados, años repitiéndose a sí mismos
e interminable abrazo, futuro, espejo
en el que encontrarnos siempre
con el alma desnuda. Si no puedo escribir París
escribo el mundo.
González Alonso
*Del libro «Lucernarios» (Editorial Vitruvio.- Madrid, 2016)
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