Archivo de febrero 2011

25
Feb
11

La sal derramada

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Los nombres que mi boca niega, el hambre
que los ojos no ven; la dura ausencia en blanco escrita
al alba de los días. Qué inútil,
qué vana pretensión el refugio vacío del recuerdo,
reflejo de agua en el espejo estancado de las aguas.

Inmóvil en el centro del silencio gritas,
sin voz gritas, sin palabras te nombras
y adjetivas. Qué amarga saliva
de besos
en labios yermos, qué calor frío
en el hueco del verano, secos los arroyos.

Sólo el viento azota furioso las miradas
y entre los dedos del tiempo, poco a poco, escapa
la sal derramada del olvido.

Julio G. Alonso

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Olvido.- Lost in Mongi (El Weblog de Caperucita Rusa.-1/3/2006)

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19
Feb
11

Esan dezaket.- Puedo decir

Bitácora: Rompiendo cocos.-La sequía y la desertificación-17-6-2009

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Esan dezaket
loreak etorri zaizkigula; ordea, udaberria
oraindik urrun dagoela ere
esan dezakegu.

Esan dezaket
mundu honetan badagoela jendea
goseak hiltzen dena;
beste jende batzuek, bitartean,
ugaritasunak hiltzen dituela ere
ikus dezakezu.

Esan dezaket
umeek negar egiten dutela
gauez ametsgaiztoak dituztenean; ordea,
jakin badakigu ere, herri batzuetan
eztandako bonbek egunero akabatzen dituztela.

Esan dezaket
euria goian-behera ari duela
leku batzuetan
eta beste leku batzuetan urarik gabeko iturriei
ura tantaka dariela.

Ez dakit zer gehiago esan dezakedan;
nahiz eta munduko egoeari dagokionez
oso latza izan,
bizirik jarraitzen dugu eta esker oneko
hitz hauek
ezin dutela tristezia ezabatu
esan diezazueket.
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Bitácora: Argumentum ad ignorantiam.-Bombardeo en Shangai, 28-8-1937

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Puedo decir
que nos han llegado las flores; en cambio,
también podemos decir
que la primavera está lejos todavía.

Puedo decir
que en este mundo hay gente
que muere de hambre;
mientras tanto, también podéis ver
que la abundancia mata a otra gente.

Puedo decir
que los niños lloran por las noches
cuando tienen pesadillas; sin embargo,
también podemos saber que en muchos países
las bombas que explotan los matan
todos los días.

Puedo decir
que está lloviendo a raudales
en muchos lugares
y en otros muchos lugares
a las fuentes no les sale ni una gota de agua.

No sé qué más puedo decir;
aunque la situación del mundo
es angustiosa
seguimos vivos; pero debo deciros
que estas palabras
agradecidas
no pueden borrar la tristeza.

Julio G. Alonso

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Bitácora:El escalpelo armónico (Carlos Emparan, Bilbao-1965) El Día de la Infancia, 23-11-2008

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Como leonés afincado en Euskadi, en donde fui bien acogido, eché raíces, amigos y familia, deseo manifestar mi respeto y aprecio por la lengua vernácula, el euskera, de singular belleza y riqueza expresiva. Pese a no dominar este idioma y emplear, ordinariamente, el castellano en las relaciones diarias y en la escritura, me propongo realizar el esfuerzo de utilizarla en algunos poemas y escritos. ¡Me gustaría tanto poder hacer lo mismo en Lleonés! Pero en la que debió ser mi lengua original sólo puedo conformarme con oírla y leerla en las escasas -cada vez más- oportunidades que se me brindan.

Las lenguas son una riqueza y un patrimonio de la Humanidad que deberemos respetar y conservar; sirven a la comunicación de las gentes desde los sentimientos, la emoción y la cultura, a veces milenaria, de sus raíces. Guardan inmensos tesoros que está en nuestras manos no perder.

Nota.- El poema está originalmente escrito en lengua vasca o euskera y posteriormente intenté la traducción al castellano. Resulta realmente difícil encontrar las expresiones adecuadas con la fuerza expresiva equivalente en otra lengua; pero he querido hacerlo para facilitar la comprensión del contenido del poema a todos cuantos se acerquen a leer este texto y que no hayan tenido contacto con este idioma u ocasión de aprenderlo. Espero que sirva y,  aunque antes de publicarlo lo sometí al criterio de algunos amigos, pido disculpas a los posibles lectores euskaldunes si encontraren algún defecto de forma. Pero si fuere así y me lo hicieran saber, mucho mejor para mejorar y seguir aprendiendo.

 

13
Feb
11

Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros (Eusebio Calonge).- La Zaranda

LA ZARANDA.-Nadie lo quiere creer. La patria de los espectros. (Eusebio Calonge)

Teatro Barakaldo (Vizcaya-Bizkaia) 5 de febrero de 2011

El grupo teatral andaluz La Zaranda, premio Nacional de Teatro 2010, tal y como sugiere desprenderse de su nombre, a modo de criba o cedazo agita sobre su superficie enmallada el grano para, separándolo de la paja, ofrecernos un trabajo excelente apoyado en un ritmo sostenido, sin concesión a los tiempos muertos, aunque suene a ironía, en esta obra poblada de espectros.

El argumento sobre el que escribió Eusebio Calonge esta impecable pieza teatral es sencillo: una señora en una vieja y decadente casa, que se reclama descendiente de ilustres ancestros que llegan a los reyes godos, vive acompañada por su criada y un sobrino lejano. La muerte próxima se hace omnipresente; los recuerdos y, con ellos, los sueños frustrados, la herencia, la ambición y la decadencia moral y física que se transcribe en las heridas llagadas que nunca curan y el dolor siempre presente de los miembros progresivamente amputados.

Sobre el argumento precitado, La Zaranda, con su estilo peculiar renunciando a recibir los aplausos del público que ellos parecen preferir dedicar a sus personajes, construyen un espectáculo que no deja de impresionarnos ni permanecer indiferentes. Para ello, como singularidad, utilizan el andaluz coloquial con naturalidad, frescura y grandes dosis de ironía en acertados y sugerentes juegos de palabras.

En palabras de los propios protagonistas de la obra teatral, su intención no es sólo emocionar, sino llegar al cerebro, a la conciencia. Hacer que el espectador reflexione y se mire al espejo (sic). Y, en mi opinión, lo consiguen de forma muy eficaz con una representación que transita tanto por los brumosos ambientes del esperpento más puro y valleinclanesco, como por la ambigüedad y las incógnitas existencialistas del teatro del absurdo de Ionesco a Samuel Beckett. Los elementos románticos en la recreación de la muerte se resuelven en clave de humor. No dejan de hacernos reflexionar y sentir, sin que tengamos que abandonar la sonrisa o la carcajada, a veces. Así, con inefable maestría nos trasladarán del mundo real a la historia de una España del sainete y el esperpento (sic) Los espectros que se desplazan por el escenario y encarnan los miedos y fracasos, la vida ya a la orilla de la muerte con la rememoración de un pasado más deseado por imaginado que real, sabiéndose definitivamente abandonados a la suerte de un final de su tiempo, insisten en varias ocasiones en la sensación de realismo de su precaria y desesperada existencia, elevándola a la categoría de arte. Se multiplican las referencias al final para el que se prepara la protagonista ensayando su propio entierro y escuchando los discursos escritos para la ocasión. Soñaba con morir y murió soñando o para los muertos no se hace ya nada que dure para toda la vida, forman parte de las frases que se retuercen sobre los pensamientos y los miedos ante la realidad inapelable de un final seguro al que acompañan todos los fantasmas del pasado.

No estoy seguro de que la representación trate sólo sobre el pesimismo o sólo sobre el realismo. Tal vez todo ello forme parte del mismo mensaje de la obra, porque cuando parece que después de la muerte todo cambiará para los vivos que organizarán sus vidas con los despojos de la herencia y que amanecerá un tiempo distinto, nos damos cuenta de que no es así; los vivos decidirán disecar a la muerta, para lo que se ponen diligentemente a la faena, y fingir que sigue viva. Fingir, en definitiva, que ellos mismos siguen vivos. ¿Dónde está, entonces, la raya entre la vida y la muerte? ¿Hasta dónde hunde sus raíces la vida en la muerte y la muerte en la vida?

Voy a pensar que éstas y otras preguntas son las que, tanto Eusebio Calonge como los tres actores que dan vida a los personajes de la obra, persiguen que nos hagamos para iniciar el recorrido de una reflexión tan inquietante como enriquecedora. Dirigidos por Paco de La Zaranda, el trabajo sobre las tablas de Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos, es de una profesionalidad y calidad artística dignas de todo elogio; se trata de los mismos tres actores que dieron vida a la obra Futuros difuntos también comentada en este espacio de Lucernarios.

¿Qué más cabe decir? Pues que será un placer esperar para disfrutar del futuro trabajo del grupo gaditano La Zaranda, en el convencimiento de que no nos defraudará. Eso, y animar a quien tenga la oportunidad de ver el espectáculo para que saque su entrada y lo haga; o que si alguien, dentro de esta inmensa red,  la ha visto y quiera hacer su crítica aportando su visión personal sobre la misma, que también lo haga. A fin de cuentas, la opinión de una persona, cuenta; pero cuentan más las de muchas más personas. Lo dicho, y salud.

González Alonso




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