Ramón Ataz (1965/2013)
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Agua de primavera mentirosa
que en lugar de la vida traes la muerte
como un ramo de flores, de tal suerte
que alienta el corazón lo que la rosa.
Yo siento bajo el peso de la losa
del destino que ya me impide verte
que no podrá evitar cómo quererte
más allá de las sombras de tu fosa
y tal como mimaste la escritura
manarán por tu voz cual agua pura
los versos con amor y vehemencia
denunciando injusticias, la locura,
reclamando justicia y la cordura
de un mundo que ha perdido la conciencia.
Julio Glez. Alonso
A Ramón Ataz, poeta murciano, amigo, compañero de los foros de poesía Alaire, no lo conocí personalmente; pero nos conocimos en nuestros poemas y comentarios, además de compartir con él algunas tareas para la elaboración de una futura antología en la que estarán sus versos. Tuve la fortuna de compartir con él el libro de poesía Árido Umbral, y de leer sus poemas en algunas de las presentaciones realizadas. Persona seria, trabajadora, cuidadoso del lenguaje que amaba para ponerlo al servicio de la belleza de su poesía, hubiera disfrutado del anuncio de este otoño; pero, desgraciadamente, la primavera lo quiso sólo para sí y con ella se lo llevó, sin avisar, con una premura dolorosa para su familia y conocidos. Los que quedamos a pie del tiempo y las estaciones, echamos de menos su compañía. Nos consolamos con sus versos; pero siempre parece que esperamos más, la palabra imposible, la voz reconocible, un gesto.
La muerte invita al silencio. Nos queda el lenguaje interior que se extiende al recuerdo y a cuanto vemos y se expresa con vehemencia. Desde ese silencio y lenguaje interior nace este soneto como homenaje al amigo, al poeta, al que supo extender su mirada sobre las cosas y encontrar su belleza, reclamar un mundo mejor, nombrarlo, escribirlo. Parte de su obra se encuentra en lo que dejó escrito en su cuaderno El bosque de Mnemea que se halla en los enlaces de este cuaderno, Lucernarios; otra parte se mueve en los foros de poesía de Alaire. En su memoria.
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