Eras aroma de aire entre albahacas,
fecundados días de amor entre la carne,
eras pasión de besos que en los labios
repetían mi nombre;
eras la tarde,
la mañana, eras
las horas
estremecidas del sexo y las caricias
que nunca pasarán por los relojes.
Yo en ti abracé los sueños y la vida,
alcé a tus ojos todas mis miradas
como se alzan a la noche las estrellas
y a la boca la risa enamorada.
Nunca serás otoño en primavera
ni ola perdida en el mar de la memoria
desvencijada y rota.
No seré yo nunca verano en el invierno
de la edad,
ni canción olvidada, ni poema.
Tal vez, al fin, seamos la nostalgia
y un rumor manantial de años pasados
por el alma y el aliento de un futuro
colmado de promesas.
González Alonso
Comentarios recientes