El faro de agosto
Como mares de estrellas son las noches de agosto
alzadas a la grupa de las olas oscuras
y la voz ronca y grave del insondable océano.
Los suaves vientos soplan,
el aire hincha las velas.
Hay una luz de fuego iluminando el mundo
y es faro y horizonte de la sabiduría.
Los mapas litorales dibujan la silueta
de sus paredes blancas y el fulgor de una torre
que nunca se consume y se eleva hasta el cielo
a las puertas augustas que custodian la entrada
de la inmortal ciudad de Alejandría.
Al abrigo de sus muros miles de papiros hablan
y cuentan sus secretos y revelan la palabra
alta de la verdad
y del conocimiento,
alta.
Navega sin descanso, no des al remo tregua,
no entregues al cansancio la fuerza de tus brazos
ni los ojos al sueño.
Un fanal de promesas guía la nave a puerto
y el coro de los sabios desgrana los discursos
del arte y de la ciencia.
Como lluvia benéfica sobre nuestras cabezas
así la libertad, así el firme progreso,
así la fiel justicia en nuestros corazones
se abre paso y podemos,
lejos los días oscuros,
abrir a la luz los ojos
y a la humanidad la ofrenda
del saber, hijo pródigo, hijo amado
de nuestro pensamiento.
González Alonso
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