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Era un viejo cascarrabias.
Esta historia
no tiene pies ni cabeza
ni sé quién me la contó.
Lo he pensado
con los ojos cerrados y apretando los dientes,
y me parece estúpida
esta historia.
No hay razón para creerse por las buenas
todo lo que cuentan,
ni siquiera la mitad de lo que juran
haber visto
porque su visión caleidoscópica les impide
ver una Luna sólo.
He buscado, pulsado las opiniones
más diversas
para ser objetivo.
Hasta recé un poco y le ofrecí una vela
a un santo de escayola
que me cayó simpático.
De todas las maneras,
yo jamás he creído
que el viejo de la historia
fuera un cascarrabias.
Julio G. Alonso
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