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Esperaré despierto el canto del cuclillo
en las encinas, y sabré que es primavera.
Despierto
espero
mientras el día llega
derramando el silencio en bocanadas de pez,
branquias abiertas
a la agonía del aire.
La negrura líquida del agua de la lluvia
persistente, no oculta la eventual aurora. Veo correr
aterida la luz, persiguiendo, tal vez, el vuelo
de una mariposa, infancia a salvo del tiempo
y sevicias de una memoria
como astilla clavada entre las uñas.
Siempre invierno y aliento de lobos en asagüeiros*
sobre la nieve tendida. Frío y miedo
del hambre entre los ojos
que no pueden dejar de ver.
Y este temblor que es carne dolorida
en su desnudez de besos.
Pasan las sombras por las esferas de las horas
en el péndulo del reloj
y me siento muy cansado, como si mis brazos empujaran
inutilmente hacia el alba.
Por eso esperaré despierto
el canto del cuclillo en las encinas
cuando el viento levanta la niebla entre las ramas,
cuando se visten las novias para el día,
y sabré que otra vez es primavera.
Julio G. Alonso
*Asagüeiro.- en leonés, el aullido lastimero o canto quejumbroso del lobo.
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