Retrato
Este que veis aquí, rostro aguileño,
de cabello castaño, frente lisa,
es más de letras y armas que de misa
y pone en escribir todo su empeño.
Alegres ojos dados al ensueño,
boca pequeña y dientes de tal guisa
que no pasan de seis; blanca camisa
que cubre el pecho noble de su dueño.
Fue herido en la batalla de Lepanto,
cautivo en Berbería por cinco años
y fue en la cárcel de Sevilla preso.
Mas de toda esa pena y tal espanto
dio al mundo a don Quijote y sin engaños
Dulcinea fue amor, fe y embeleso.
González Alonso
* A partir del prólogo de Miguel de Cervantes a Las novelas ejemplares
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