Carta de agosto
Tal vez recuerdes
el nombre del amor de los veranos
perfumados de tomillos
en las tardes; o en las mañanas
las frescas aguas del río,
los cuerpos abrazados en la hierba
de las horas del monte y de los besos
húmedos
y los sueños
por entre las miradas
y en las manos las caricias, mariposas
en el tacto desnudo de la piel.
Ahora estoy aquí, en el mismo lugar,
el sol rozando el horizonte,
los tomillos colmando la tarde con su aroma,
tendida sobre la hierba,
la luz de un cielo limpio en mis pupilas.
Tal vez, alguna vez lo sepas,
como cuando fuimos felices
como cuando inventamos el amor
como cuando fuimos el mundo
y agosto resultó ser, al fin,
toda la vida.
González Alonso
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