La filosofía en el tocador
Marqués de Sade
Tusquets Editores (Barcelona, 6ª edición-2002) Colección de Erótica dirigida por Luis García Berlanga.- Traducción de Ricardo Pochtar
No cabe hacer la exégesis del autor a través de la presentación de una obra, pero tampoco ignorar los aspectos relevantes de su personalidad, la misma que imprimirá su impronta en el conjunto de sus creaciones.
Nos encontramos ante el Marqués de Sade (1740/1814). “La filosofía en el tocador” es obra póstuma. Y una exaltación de lo que él califica como depravaciones, a las que sólo considera como virtudes de la Naturaleza que la religión corrompe con la moral. Lejos todavía de Sigmund Freud y el psicoanálisis, el Marqués de Sade ahonda en la fuerza del inconsciente y las pulsiones, se acerca a los complejos de Edipo y Electra y ataca los cimientos de la cultura. El racionalismo de Voltaire aflora en cada reflexión filosófica. Tampoco puede decirse que las ideas de Sade sean originales, y aunque estas prácticas sexuales hayan pasado a denominarse como «sadismo«, encontraremos precedentes literarios en el siglo XVII francés a través de Nicolás Chorier y su obra «La Academia de las damas«, donde abundan las conductas libertinas que incluyen prácticas de sexo en grupo y lesbianismo.
Porque este libro, sobre todo, no deja de ser o pretender ser un argumentario filosófico salpicado de escenas pornográficas y de tortura o maltrato a modo de ilustración práctica.
Aparte de la crueldad y la brutalidad de los actos sexuales, no descubre nada nuevo que no fuera conocido desde la antigüedad clásica o la tradición oriental del Kamasutra.
El asunto no es de lo que trata, sino es cómo lo trata. En primer lugar, desde una visión ciega y reduccionista de la vida humana en la que la única y exclusiva fuente de placer es el sexo. Se excluye todo lo demás que no esté al servicio de este principio. Y lo hace, en segundo lugar, desde supuestos principios racionalistas para sumirse en un nihilismo extremo y destructor. Todo se nos revela en sus numerosas contradicciones como un purulento desvarío a base de sofismas que, además de desvirtuar el espíritu de la Ilustración y sus principios, degrada al ser humano convirtiéndolo en un objeto sobre el que ejercer la propiedad. En sus discursos acaba justificando indirectamente las conductas depravadas de los curas mientras los condena junto con la religión y la moral de la Iglesia, si aceptamos y damos por buenas la impostura y el engaño que él mismo defiende en su beneficio y la actuación social hipócrita: “pasar por gente encantadora practicando el crimen”. Sigue leyendo
Nadie escucha
un mendigo en las calles de Madrid y empieza advirtiéndonos del ruido que nos impide escucharnos unos a otros e incluso llegar a oírnos. Curioso. Porque no sé lo que escribiría hoy Julio Llamazares cuando al ruido de 1995 todavía no le había llegado el estruendo de internet, las redes sociales y los “yutubes”. Miles de millones de horas de gritos, gestos esperpénticos y comportamientos desaforados corren por los ríos revueltos de las aguas virtuales anegando la vida real de las personas y ahogando cualquier amago de conversación y escucha. La soledad es hoy más implacable y dura que nunca en medio de un universo de canales de comunicación y expresión complejo y, a lo que se ve,
rentable. Porque nada se paga mejor que la ilusión de creerte el centro y ombligo del mundo, de que –con el atrevimiento de la ignorancia- expongas opiniones traídas a contrapelo, copiadas, prediques certezas sostenidas en ocurrencias, juzgues y sentencies o te exhibas sin pudor física y moralmente con la pretensión vanidosa de atraer la atención y, por supuesto, la admiración de los millones de vociferantes, agitadores de baja estopa, filósofos de andar por casa, sensibleros empalagosos, políticos de salón o sala de estar, poetas del ripio y el anacoluto junto a otras depravadas y soeces inclinaciones.
Esto es lo que parece haber ocurrido y, en cierto modo, estar ocurriendo con estos documentos sobre los que surgen toda clase de dudas, empezando por las posibles fechas de su datación.

Los Reyes del Grial

La Academia de las damas corresponde a las novelas del género erótico desarrollado en Francia a partir del siglo XVII. Todas ellas –como cito en 





