Archivo de mayo 2011
Sueño
Mitades
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La mitad del día temí que llegaras;
la otra mitad
temí que no vinieras.
González Alonso
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La sorpresa ante este trabajo viene acompañada del agradecimiento a Arturo Juárez (México) que tuvo a bien emplear su tiempo, dedicación, esfuerzo, imaginación y creatividad, para ofrecernos esta presentación y reflexión en torno a los tres poemas visuales publicados en este cuaderno de bitácora Lucernarios.
En el artículo escrito por Arturo Juárez en su bitácora LITERALIA-MÉXICO combina de manera imaginativa las opiniones dejadas a modo de comentarios en torno a los poemas por Santiago Fernández, Flory González, Pilar Merenciano y Perfecto Herrera, en una supuesta entrevista y coloquio conmigo mismo, como autor de los poemas, respondiendo a las preguntas de Arturo Juárez. Esta entrevista, así como la lectura del poema, también publicado en Lucernarios, Cementerio de pájaros, y un extraordinario y reflexivo resumen desde la perspectiva personal de Arturo Juárez, podéis seguirla en:
1.- El enlace: Mis amigos y sus obras.
2.- Los enlaces de: Noticias de bitácora y viajes.-Publicaciones en otras bitácoras.
3.- En el enlace del apartado Cuadernos de Poesía y Literatura: LITERALIA-MÉXICO (Columna de la derecha del cuaderno)
Reitero, con mi agradecimiento, el reconocimiento a Arturo Juárez por su magnífico trabajo y a las personas amigas que, con sus acertados comentarios, hacen que la poesía sea verdad y nazca y crezca. Ellos son, sin duda, los verdaderos artícifes de esta magia. Con un abrazo a todos.
Salud
Julio G. Alonso
Teatro Barakaldo (Bizkaia/Vizcaya).- 15 de mayo de 2011
La tarde de primavera tal vez le restó público al espectáculo Dança da Morte / Dança de la Muerte de las compañías Nao d’amores (España) y Teatro da Cornucópia (Portugal) dirigidas por Ana Zamora; pero no le pudo arrebatar ni un ápice de emoción; en esto, ni la muerte tiene capacidad ante el sólido planteamiento de la obra y la sobrada profesionalidad del actor Luis Miguel Cintra, las actrices Sofía Marques y Elena Rayos y los músicos Eva Jornet, Juan Ramón Lara e Isabel Zamora.
El primer hecho relevante es el de proponer este trabajo teatral en su ambiente histórico cultural y lingüístico. La magnífica dicción de los intérpretes te sumergen inmediatamente en las sonoridades medievales y renacentistas del español y el portugués, haciendo salvable la comprensión de los textos en un salto mágico de alrededor de setecientos años. Oportuna y magnífica me pareció la decisión de exponer al unísono las culturas lusa e hispana como parte significativa de las culturas peninsulares, hechas unas a otras en el dilatado tiempo histórico compartiendo reinos, costumbres, creencias, paces y guerras. Hay que subrayar este hecho porque bien es sabido que en nuestra familia hispanolusa somos poco dados a los abrazos y reconocimientos, y esta ocasión alegra sobradamente el corazón y nos pone al alcance las cosas que nos unen y preocupan, la visión que de la vida hemos ido construyendo y la de su otra cara, la inequívoca realidad de la presencia de la muerte.
El desarrollo dramático se ha realizado de manera muy inteligente en una selección de textos sobre la visión y vivencia de la muerte, muy bien acompañados de la música interpretada con instrumentos también de la época. La Muerte, con mayúscula, hará acto de presencia para ir llamando a su danza a todos los estamentos y clases sociales. Desde el Papa a los obispos, curas, nobles, artesanos y campesinos, y desde los cristianos a los musulmanes o los judíos, van entrando en el corro de la danza, con sus objeciones y tretas, pero siempre con el último paso en un baile condenado a poner fin a su existencia, de la que la Muerte va dando cuenta sin distinción de raza, sexo, posición o creencia, haciendo el repaso a lo que más de malo que de bueno hubo en las responsabilidades de la vida de cada cual.
Muy afortunada me pareció la forma de tratar el tema de la muerte a través del Medievo, en torno al siglo XIII, y su expresión en el Renacimiento, en torno al siglo XVI. De la visión e interiorización de una vida de sufrimiento y resignación, con Dios en el centro de la existencia (visión de la que conservamos exponentes muy actuales en las celebraciones de la Semana Santa) y entendiendo la vida como un camino y la muerte como el paso a una eternidad de recompensas o castigos, se llega a un Renacimiento en el que el hombre va a pasar a ocupar el centro de la existencia y la razón se antepondrá a la fe, con una explosión de alegría ante la inevitable muerte en un tempus fugit o carpe diem espectacular y lleno de colorido.
El increíble trabajo de Ana Zamora con las compañías precitadas, nos empuja a plantearnos el concepto actual y la actitud que mantenemos ante la muerte. En palabras de la misma directora se constata cómo hemos desplazado la idea de inmortalidad por la de amortalidad o negación de la muerte. Resulta evidentemente gracioso cómo nos olvidamos o pretendemos olvidarnos de la realidad de la muerte viéndola diaria y directamente con una exhibición casi insultante en la televisión, la muerte real de personas de todas las edades y condición social, pero siempre lo vemos como algo que les ocurre a los demás. Se diría que esta contemplación morbosa nos tranquiliza y calma el desasosiego interior al constatar que la muerte está ahí, pero en la casa del vecino, sintiéndonos salvados cada vez que recibimos la noticia de la muerte del otro. Los progresos en medicina, además, y las cotas de bienestar en los países ricos y desarrollados, garantizan una vida cada vez más larga y de mayor calidad. No puedo imaginar lo que la vida y la muerte pueden significar en un futuro no muy lejano cuando la nanotecnología llegue a a aplicarse con fines médicos. El rejuvenecimiento celular, el diagnóstico y reparación de enfermedades casi de forma inmediata y la actuación terapeútica sobre el organismo previsiblemente de manera muy dilatada en el tiempo será tal vez el camino -estableciendo un paralelismo con la Edad Media y el Renacimiento- hacia una idea de la vida en la que su final, la muerte, tendrá que cambiar el paso y el ritmo de su danza. Pero eso ya será otro trabajo teatral.
Salud
González Alonso
Nota: más información sobre esta obra teatral y el trabajo de las compañías Nao d’amores y Teatro da Cornucópia dirigidas por Ana Zamora:
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Arde, cruje los metales de la poesía
para llenar este vacío inmenso de claro mediterráneo
y busca las olas
que hundieron
los barcos
Primer barco de amor sobre arenas y lunas
de septiembre.
Segundo barco de mástiles de nieve.
Tercer barco de primavera con la quilla
partida
en los acantilados
Cuarto barco de besos perseguidos
en las esquinas.
Quinto barco sobre las aguas del puerto
en el verano.
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Julio G. Alonso
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Poema publicado en la antología Universos Diversos – Poesía del Siglo XXI (2009)
Los ojos de los niños
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Los ojos de los niños
son como
los ojos del hambre
o los ojos
del amor;
cada mañana se abren
buscando
nuevos horizontes
y cálidos soles,
y se cierran cada noche
con la angustia de un sueño
– vida fantasma –
en su retina
cansada. O con bailes imposibles
de estrellas
y princesas. A veces,
con nada.
Los ojos de los niños
interrogan siempre;
les encantan y sorprenden
el pájaro y la gota
que se desprende pura
del alero.
Los ojos de los niños
están tristes
en los días grises del invierno.
Los ojos
de los niños
son como
los ojos del hambre
o los ojos
del amor.
Son miradas sin sombra
al miedo de la vida. Respuestas
de pupilas abiertas al asombro.
Como los ojos
del hambre.
Desgranan sonrisas luminosas o lágrimas
en los juegos
o en el viento
o en los ojos del amor.
Así son
los ojos de los niños.
Julio G. Alonso
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